En una conferencia a la que asistí, el facilitador nos dividió en grupos con el siguiente fin: teníamos que usar 20 unidades de espagueti, una yarda de cuerda, una yarda de cinta adhesiva y un malvavisco para construir la estructura más alta posible que pudiese sostener al malvavisco en su cima.Cada grupo tenía 15 minutos para construir la estructura, y el equipo con la estructura más alta sería el ganador. Mi grupo puso manos a la obra. Teníamos muchas ideas brillantes. Al final, pusimos el malvavisco sobre la estructura y todo se vino abajo. Ocurrió que el peso del malvavisco no estaba distribuido en forma pareja a lo largo de la estructura, de modo que se fue abajo por uno de los lados. Fue necesario reconstruir nuestra estructura debió en una forma más equilibrada. Esto es lo que ocurre también con el problema racial en América, donde los sistemas sociales le han fallado a las personas de color. El poder está distribuido injustamente y debemos reconstruir.
En artículos previos, presenté cuatro de las seis etapas del proceso de reconciliación: resistir, reconocer, arrepentimiento y reparación. La quinta fase es la de la reconstrucción, porque no hay verdadera reconciliación cuando la estructura social sigue siendo la misma. Debemos crear una nueva estructura que desmantele la estructura de poder racista y opresiva, a fin de reconstruir una estructura de poder basada en la justicia. El Dr. Martin Luther King Jr. escribió que sin un significativo ajuste de poder, “terminamos con soluciones que no solucionan, respuestas que no responden y explicaciones que no explican”.1 La reconstrucción es un proceso intencional que es doloroso para el grupo dominante porque corrige la ventaja de poder injusta de la que gozan. Esta es la etapa de reconciliación que realmente le demuestra al grupo no dominante que la reconciliación es genuina. Esta fase sienta el fundamento sobre el cual edificar la confianza y el cumplimiento de la verdadera reconciliación racial.
El Dr. King define el poder como “la habilidad de lograr un propósito. Es la fuerza que se requiere para producir cambios sociales, políticos y económicos. En este sentido, el poder no sólo es deseable, sino necesario para implementar las demandas del amor y la justicia”.2La reconstrucción es específicamente la reconstrucción de la distribución de poder. King escribió: “Será poder lleno de amor y justicia que cambiará el ayer de tinieblas para traer un mañana brillante que nos levantará del cansancio de la desesperación para llevarnos al optimismo de la esperanza”3El poder no es algo negativo, lo mismo que el dinero. Es lo que hacemos con ellos lo que marca la diferencia. El poder en manos del abusador es temerario. El poder en manos de una persona que ama la compasión, la justicia, la rectitud, la gracia y la misericordia es como el poder de Cristo.
Puesto que el poder está en manos de personas inclinadas hacia la opresión, hacia el racismo sistémico y la superioridad blanca, las personas de color se han separado lo más posible del sistema opresivo. Es importante distinguir entre la separación y la segregación.4 La segregación es algo que el opresor demanda del oprimido. La separación es lo que el oprimido elige para evitar la opresión de los opresores. Si el racismo de América tiene sus raíces en la supremacía y el privilegio blanco, no sorprende que las personas de color se separen de los sistemas opresores que son la iglesia blanca, las instituciones blancas, las universidades blancas, etc. La separación que los oprimidos eligen es algo saludable. La segregación exigida por los opresores es racismo. Quizá esto suene duro pero es la verdad. La estructura de poder debe cambiar para lograr la sanidad que se requiere para demostrar a las personas de color que ya no necesitan separarse para sobrevivir. Esto no quiere decir que deberíamos cerrar las instituciones que los opresores fundaron para separar a la gente de color. Más bien, estas instituciones ahora deberían servir como un medio para la reconstrucción y para sanar el cáncer del racismo y el privilegio blanco que infecta a los americanos blancos. Los que son miembros de la cultura dominante deben ver su sanidad en aquellos lugares donde ellos no están en posiciones de poder. Los americanos blancos raramente van a instituciones fundadas por gente de color. Lo que hacen es invitar a personas de color a los cómodos confines de “Injusticeville” para dar una apariencia de reconciliación. Invitan a la gente de color a los lugares donde fueron segregados y donde la gente blanca está en el poder. “A menudo la gente blanca busca involucrarse en la reconciliación según su propias reglas. Quieren que la gente de color vaya a sus lugares donde ellos se sienten cómodos y en control”.5 Los privilegiados deberían ir lugares donde no se sientan privilegiados. Necesitan ir a iglesias donde la evidencia de su participación en la justicia está al centro de todo. Sin una transposición de poder no es posible encontrar reconciliación.
Quizá sea de ayuda recordar por qué María, la madre de Jesús, alabó a Dios por la venida de Cristo. María dijo: “Hizo proezas con su brazo; desbarató las intrigas de los soberbios. De sus tronos derrocó a los poderosos, mientras que ha exaltado a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes, y a los ricos los despidió con las manos vacías”.6Su alabanza se centró en una reasignación de poder. No se trata de mejorar las cosas, sino de la total reconstrucción de la difícil situación de los marginados, de los pobres oprimidos que no tienen quién abogue por ellos. Dios envió a Jesús a predicar las buenas nuevas a los pobres, a liberar a los cautivos, a dar vista a los ciegos y enviar libres a los oprimidos.7
Imaginemos una mujer que entra en la oficina de una organización, y el hombre sentado a la cabeza de la mesa se pone de pie, camina hasta donde ella está, y le da una bofetada 99 días consecutivos. Llegado el día 99, le pide perdón y le promete que no lo volverá a hacer. Incluso lo pone por escrito en un pedazo de papel y lo firma. El día 100, la mujer entra a la misma oficina, ve al mismo hombre sentado a la cabeza de la mesa, el cual se levanta, camina hacia ella tal como lo hizo los otros 99 días pasados. ¿Podrá la mujer confiar que no será abofeteada otra vez? Sin un cambio estructural y de poder, esta mujer no puede confiar en dicha organización o en quienes trabajan allí.
Sin un cambio estructural no podemos confiar en la reconciliación. La reconstrucción no es una fase opcional de la reconciliación. No hay reconciliación sin la reconstrucción de la distribución de poder. No debemos contentarnos con una mejora. No dejaremos de resistir hasta que prevalezca la justicia y hasta que las posiciones de poder a la cabeza de los lugares de poder hayan sido distribuidas en forma equitativa con los grupos oprimidos. Resistir para reconstruir. Resistir para reconciliar.
El Rev. Brian A. Tillman preside la Comisión de Religión y Raza de la Conferencia Georgia Norte, y también es pastor asociado de la IMU Ben Hill, en Atlanta. Con frecuencia usa la etiqueta #ResistToReconcile
[1] Martin Luther King, J. (1968). Where Do We Go From Here?. Boston: Beacon Press, 61.
[2] King, 37
[3] King, 69.
[4] Harvey, J. (2014). Dear White Christians: For Those Still Longing for Racial Reconciliation. Grand Rapids, MI: William B. Eerdmans Publishing Company, 36.
[5] Boesak, A. A., & DeYoung, C. P. (2012). Radical Reconciliation: Beyond Political Pietism and Christian Quietism. MaryKnoll, NY: Orbis Books, 88.
[6] Lucas 1:51-54, NVI.
[7] Lucas 4:18.
[Publicado 9 de enero 2018]