Creando espacio para el amor

Muchas veces el tiempo divino se presenta cuando uno anda en busca de otra cosa.
Muchas veces el tiempo divino se presenta cuando uno anda en busca de otra cosa.

El 17 de diciembre de 2020, caminé por el sendero Vernal Fall en Yosemite con dos buenos amigos. Fue un día para el recuerdo, un momento que necesitaba para restaurar mi alma y cuerpo.

Sólo podíamos pasar un solo día en Yosemite, así que estábamos determinados a cubrir todo el terreno posible. Desafortunadamente, el tiempo de ese día no estuvo a nuestro favor. Llovió las dos horas que manejamos por el parque. Parecía un diluvio. Pero seguimos Adelante con determinación. Cuando llegamos al comienzo del sendero, la lluvia se convirtió en grandes copos de nieve esponjosa. En un instante, el paisaje cambió de algo sombrío a algo bellísimo. Llenos de gozo y cubiertos de nieve, subimos los escalones de piedra que llevan a una de mis vistas favoritas de Yosemite. Éramos los primeros y quizá los únicos que caminamos 2 millas por ese sendero lleno de charcos congelados.

Fue algo mágico. Lo que hizo este evento algo mágico fue también la gente que compartió conmigo este evento. Fue un placer compartir un lugar especial de mis viajes anteriores con gente a la que quiero mucho. Lo chistoso es que tan pronto como descendimos al automóvil, la nieve se detuvo y empezó a derretirse. Caminamos por Vernal Falls en el mejor momento del día. Creo que este momento fue un don divino.

A pesar de que he pasado por períodos de duda en cuanto a mi fe, jamás he dudado del tiempo divino. A través de mi vida he tenido otros momentos como el que tuve en esta caminata cuando supe que la mano de Dios estaba presente.

Esta caminata me recordó este concepto del tiempo de Dios. Antes del 17 de diciembre estaba llena de ansiedad. Estaba por aprobar mis clases en la Universidad, tratando de equilibrar mi vida y trabajando en lo que parecían proyectos murales que no iban a ninguna parte. Noviembre fue un mes que puso a prueba mi salud mental. Al comienzo de noviembre, cometí un gran y estúpido error que parecía que me iba a costar perder la oportunidad de crear un precioso mural. En noviembre, me esforcé mucho para encontrar algún trabajo en arte, pero el proceso se demoró y no recibí ninguna respuesta definitiva. Me sentía como un conejo corriendo en una cinta trotadora tratando de alcanzar una zanahoria. No iba para ningún lado, aunque corría y corría más rápido. Al llegar diciembre, ya estaba lista a darme por vencida. Estaba agotada. Me sentía derrotada, desanimada y sin inspiración. Pero lo que más me enojaba era no sentirme validada.

Como lo hace todo artista, puse mi alma y corazón en mis proyectos. Tengo un hambre por compartir historias a través del arte visual. Creo que este es uno de los dones que Dios me dio para compartir con el mundo. Pero en noviembre me sentí como si mi propósito creativo hubiese perdido su brillo.

En ese helado día de diciembre en Yosemite apagué mi teléfono. Me había desconectado del resto del mundo, a fin de conectarme con la belleza de la creación y con mis amigos. Me permití un descanso mental de mis proyectos y clases. Estaba presente. Estaba en paz. Sentía que tenía otra vez 19 años cuando visité Yosemite por primera vez.

No tenía idea que durante nuestra caminata había recibido un email que decía que había sido escogida con otros nueve artistas para pintar un mural para la ciudad de Chattanooga. Sólo cuando volví a Tennessee y abrí mi email, me di cuenta de la noticia. A pesar de que me había estado muriendo por meses antes de diciembre, creo que me enteré en el momento preciso.

El tiempo de Dios se revela

Esta es la verdad que volví a aprender: Dios crea espacio para ti en el tiempo de Dios. Nuestro sentido de urgencia no siempre concuerda con el tiempo de Dios. Personalmente, corrí por mi vida tratando de lograr lo más que pude, lo más pronto posible. Esperar y ser paciente son conceptos que me cuesta entender. Esperamos en la fila del supermercado. Esperamos que llegue nuestra comida. Esperamos respuestas a grandes preguntas. Cómo esperamos ese tiempo dice mucho acerca de nosotros y nuestra fe.

Dios crea espacio para nosotros, espacio para que creemos, y espacio para tener comunión con Dios y la gente que puso en nuestra vida. Mi camino a través de la fe ha estado lleno de dudas, desilusiones y amor redentor. Es en esos momentos en que estoy rodeada de la creación que sé que hay un Dios que me ama y que cuida de mí.


 Madison Myers es estudiante en la Universidad de Tennessee en Chattanooga, donde estudia mercadotecnia. Ha viajado a la mayoría de los parques nacionales de nuestro país y anhela verlos todos.

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