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La oportunidad para volver a empezar

Esta podría ser la temporada para empezar de nuevo
Esta podría ser la temporada para empezar de nuevo

Nos ha pasado a todos nosotros. Una fiesta o evento en el cual no queríamos estar y que no estábamos disfrutando. Le prometimos a la anfitriona que iríamos, y después de saludarla sentimos que ya habíamos cumplido nuestro contrato social. Era tiempo de marcharse. Silenciosamente nos retiramos esperando que nadie lo notase. Que sigan en su jolgorio. Es tiempo para nuestra propia diversión, cualquiera que sea. Podría ser una fiesta con un grupo más íntimo de verdaderos amigos, o mirar la serie Bridgerton con la compañía de una copa de tinto, o tejer guates de alpaca, o sentarse en piyamas para leer a Elena Ferrante, o colocar el mástil al barco modelo en una botella. Cualquier cosa que nos haga feliz.

Se trata del “adiós” irlandés, el escape francés o el pasar como un fantasma, usted capta a idea. Es la solución perfecta para las ocasiones en las que nos sentimos obligados a asistir y donde hay jolgorio suficiente para que no se note nuestra partida.

Ha llegado el tiempo de buscar algo nuevo

Ya ha pasado un año desde que empezó la pandemia. La devastación que ha dejado ha sobrepasado cualquier cosa que podríamos haber imaginado al principio. Al mismo tiempo, quiero invitarla por un momento a que considere una perspectiva alternativa respecto a este tiempo en nuestras vidas. Después de 10 meses de aislamiento social, usted debe estar cansada y harta de tratar de modificar su perspectiva en cuanto al asunto. Usted sólo quiere tocar a otro ser humano o ir al supermercado sin tener que jugar a ser epidemióloga. La entiendo.

Pero buscando su bienestar, trate de dar un paseo corto e imaginativo conmigo hacia una perspectiva distinta. Considere esta pandemia como una fiesta en la que usted no quiere estar. Piense en un “adiós” sin palabras ni ceremonias como el comienzo de una nueva vida.

Lo que quiero decir es que la mayoría de nosotros somos adultos que crecimos en una sociedad con ciertas costumbres y expectaciones. Así que, con los años hemos acumulado un montón de responsabilidades y relaciones. Esto no exige mucho esfuerzo. Ocurre con el solo hecho de existir. Si usted es como yo y tiene la tendencia a decir “sí” a todo, porque quiere que todos la quieran, es posible que haya acumulado un montón de responsabilidades y relaciones, haciendo cosas que realmente no riman con su verdadero y auténtico ser.

Por ejemplo, una vez fui a una reunión de padres y terminé como presidenta del comité para hornear queques. De hecho, no me gusta hornear bizcochos. Nunca lo hago. Pero allí estaba buscando recetas en Google, pensando si debían ser bizcochos sin gluten.

Si usted es como yo, su tendencia a decir “sí” a todo ha venido acumulando un montón de este tipo de actividades y ha puesto de lado las actividades y gente que usted realmente quiere. Esto la ha distanciado de lo que usted prefiere y de sus fuentes de gozo. Pero de repente un glorioso desastre hizo su aparición, forzándola a eliminar todas sus responsabilidades sociales en persona. Usted lamentó y protestó haber perdido los sistemas de apoyo. Sistemas que la capacitaban a vivir una vida súper productiva, equilibrando el ser madre con una carrera a tiempo completo, una vida social activa y un régimen de ejercicios robusto. Pero usted no se dio cuenta que le habían pasado las llaves para liberarse de la prisión o para usar el conocido “adiós” irlandés. ¿Por qué digo esto? Porque a diferencia de aquellos días de vigilancia tácita y encubierta antes de la pandemia, ahora nadie está mirando.

A la fecha, varios de mis amigos y amigas han terminado largas relaciones y hasta matrimonios. Otros han dejado sus trabajos y se han mudado a otros lugares del país. Una mujer que conozco dejó una excelente posición pastoral en una de las ciudades más atractivas en el país para irse a vivir con sus padres y ser una madre que se queda en casa.

Lo que trato de decir es que no es coincidencia que la gente está poniendo su vida patas arriba porque ven que la pandemia les ha dado la oportunidad de empezar de nuevo, la oportunidad de abandonar todas las obligaciones a las que se sentían atadas y que las despojaban de joie de vivre. Ahora es el momento de retirarse porque ya no tienen que gastar horas explicando o justificando sus decisiones a otros para obtener aprobación. No tienen que buscar rostros de aprobación o suspiros de desaprobación en cuanto a la noticia de que se van a divorciar. Ya no necesitan proveer un relato de lo que hacen y por qué. Finalmente se sienten libres de seguir el camino que siempre creyeron era lo mejor para ellos.

Libres para ser honestos


Esto no tiene que ver con la promoción de una vida imprudente que se guía por emociones fugaces en la búsqueda de una vida epicúrea de puro placer. Este tipo de vida no trae satisfacción, al menos no por mucho tiempo. Esto tiene que ver con ser completamente honesto con uno mismo. Se trata de pensar quién es usted realmente y qué es lo que realmente quiere en su vida. No más mentiras ni fingimiento.

La Biblia contiene muchas historias donde personas con corazones osados creyeron que la vida les ofrecía más que lo que habían recibido. Personas que creían que tenían un llamado desde que nacieron pero que sabían que la gente se burlaría sin piedad si lo expresaban públicamente. Así que, abandonaron su ciudad, obligaciones y las funciones que cumplían, y empezaron a bailar al ritmo de su propia música. Y es así que salvaron ciudades, abrieron el camino para la liberación de otros, como es el caso de Jesús.

He gastado toda mi vida tratando de ser todo lo que otros querían que fuera, pero no para la persona cuya opinión y preferencias son las más importantes: yo. Hice tanto para lograr la aprobación de tanta gente: amigos, figuras de autoridad, miembros de la familia y, por supuesto, Dios. Pero cuando me caí durante esta interminable carrera, escuché un tipo de mensaje totalmente distinto al que escuché cuando crecía: Mi vida no era una carrera que debía ganar o un examen que debía aprobar. Más bien era un don que uno recibe para experimentar más gozo. Esto significa que mi dignidad y valor son infinitos, no negociables, y que los había recibido al momento de nacer. No tenía que tratar de ganarlos sacándome buenas notas o en proyectos para el servicio del domingo por la mañana. Desde ese momento quedé libre para construir una vida que armoniza con mis más genuinos deseos, una vida llena de gozo. Esa era y es la intención de Dios para todos nosotros, si tan solo lo creemos.

Quizá usted quiera considerar esta vida ahora, porque finalmente tiene permiso para hacerlo. Nadie la ve. Así que salga corriendo, y viva la única vida que tiene.

Writer and pastor Lydia Sohn

 La Rev. Lydia Sohn es presbítera metodista unida ordenada de la Conferencia California-Pacífico. Dejó su trabajo pastoral a tiempo completo al comienzo de la pandemia para tener un blog, escribir un libro y quedarse en casa como madre de dos pequeños. Visite www.revlydia.com

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