¿Ha tenido usted alguna vez una experiencia divina? ¿Ha experimentado un momento cuando estuvo segura de que Dios se apareció o de que te estaba dando un codazo? ¿Has sido testigo de la mano divina interviniendo?
Déjeme explicarme. A fines del mes de abril de 2019, acababa de presentar mi primera galería de arte en un parque local de Chattanooga, Tenn. Había gastado todo mi primer año de universidad trabajando en este proyecto. El tiempo era perfecto. Músicos locales tocaban rock alternativo. Me fijé en uno en particular. Jamás me imaginé que tendrían un papel en mi vida. Lo menos que podría decir es que fue una tarde mágica. Una de mis noches favoritas en Chattanooga. Rodeada de mis mejores amigos, sólo faltaban unos días para empezar mi trabajo de verano en el Parque Nacional de Yellowstone. Me sentía extasiada. Era el perfecto final a un año magnífico, y una linda despedida para mi nueva aventura. Todo se sentía bien.
Cuando caminé a mi residencia, el sol se ponía detrás de Mountain Lookout. De pronto, olas de emociones me inundaron. Me detuve. Había una montaña. Aunque un cerco metálico oscurecía la vista, un pensamiento claro y distintivo parecía flotar sobre mí. “Esta es la mejor vista de la ciudad”, me dije, y tomé una foto mental y con mi teléfono. El sentimiento de ser amada empezó a disminuir, pero el espacio que llenaba todavía estaba allí. Era como lanzar una piedra en un lago. El impacto de sus ondas todavía se sentía. En ese momento no tenía manera de saberlo, pero el edificio frente al cual me hallaba sería mi primer apartamento donde me movería el año que vendría.
Al siguiente año visité el apartamento y sentí la misma fuerte emoción corriendo dentro de mí. El balcón de mi dormitorio en el cuarto piso tenía la misma vista maravillosa sin ninguna obstrucción. Me di cuenta de que Dios había planeado que me mudara a este espacio donde podría crecer, prosperar, entretener amigos y pintar. Supe con certeza que Dios tiene buenos planes para sus hijos y que a veces nos da algunas señas antes de hacerlos realidad.
Titubeo al compartir esta historia porque es muy personal y significativa para mí. Dudo porque sé que no todos pensarán así. Algunos la encontrarán significativa. Otros reconocerán sus propios momentos en que Dios se mostró y les hizo saber algo, sin lugar a duda, de que Dios está involucrado en sus vidas activamente. Pero otros descartarán la historia, y la ridiculizarán y rechazarán. Así que, la comparto a regañadientes.
¿Cómo compartir la fe?
En mi andar por la vida, he notado que la gente no habla mucho de su fe, al menos en los círculos que frecuento. Crecí como hija de pastor en un hogar donde la fe era parte de la conversación diaria. Ahora bien, la fe no es un tema que lo comparto con fervor.
Para mí la fe es algo personal y delicado. Mi vida espiritual es rica y abundante, pero no soy el tipo que anda mostrando su Biblia para que todos la vean. Prefiero mostrar las partes significativas de mi caminar espiritual con aquellos que amo y confío. Con todo, discutiré mis creencias con amigos informales si otros levantan el tema. No discuto. Sólo participo si todos están dispuestos a escucharse unos a otros.
En mi experiencia con el cristianismo, he encontrado que la gente de fe genuina asiste a la iglesia no porque alguien le citó versículos bíblicos, sino porque se dieron cuenta que la gente de fe actúa en forma diferente. Es la conducta fiel la que habla más fuerte que las palabras. Quiero que la gente vea mis acciones como reflejo de mi fe. Cristo es un ejemplo de amor incondicional. Cristo es humilde. A Cristo le preocupa el bienestar de cada persona. Cristo es visto como una influencia de esperanza y paz. Si puedo ser el reflejo de su luz, entonces estoy viviendo la mejor versión de mi vida y eso llevará a la gente a Cristo.
Casi pasé todo el año en mi maravilloso apartamento, en esta linda parte de la ciudad. Muchos recuerdos han llenado este lugar, y me entusiasma pensar en tener otros más. Me gusta compartir mi espacio con mis amistades. Me encantan las visitas. Me gusta compartir me pequeño rincón del mundo con mis amistades, y me deleito en compartir mis momentos con Dios con la gente que invito a mi apartamento. Mi espacio tiene esa energía de amor y paz. Esta energía es el reflejo de Dios. Es una gran oportunidad de empezar una conversación acerca de Dios y de cómo Dios trabaja en nuestras vidas.
¿Cómo compartes tu fe con otros? ¿Lo haces con versículos y canciones? ¿Usas una respuesta de oración? ¿Algún milagro? Sé que tengo mucho que aprender acerca de cómo compartir mi fe. Algo que sé es que la forma más efectiva es cuando es algo personal y genuino.Madison Myers estudia Mercadotecnia en la Universidad de Tennessee, Chattanooga. Madison ha viajado a la mayoría de los parques nacionales de nuestro país y su meta es visitarlos todos.