Traducir página

Dando testimonio del amor

Un evento de Rethink Church
Un evento de Rethink Church

Las historias que se cuentan acerca de las iglesias a menudo tienen un tono negativo. He escuchado demasiadas historias de gente que ha sido herida por la iglesia. Algunas historias son terribles y dejan una profunda y dolorosa herida en la gente que las cuenta. Algunos las escuchan y dicen: “Vamos, cuerpo de Cristo, actuemos y seamos mejores”.

Una vez una persona visitó la iglesia donde yo pastoreaba. Celebrábamos un bautizo y la familia quería tener una fiesta después del servicio. Después de toda la comida y la fiesta –y les digo que los coreanos sabemos comer bien– varias personas se pusieron a limpiar, incluyendo la visita. Le dije que no necesitaba quedarse a limpiar, que nosotros lo haríamos. Pero insistió en ayudar y apiló las sillas contra la pared. Me di vuelta para recolectar más sillas cuando escuché que alguien era recriminado. Me volví y vi que era una antigua miembro de la iglesia que reñía al invitado por apilar las sillas en forma equivocada. Parecía una madre irritada regañando a su pequeño después de haberlo amonestado un montón de veces. ¿Pecado mortal? La visita sólo había puesto 6 sillas una sobre otra, cuando se esperaba que amontonara solo 5. Pero la visita tomó las cosas con cierto humor y juntos nos reímos mientras tomábamos café después durante la semana. Pero nunca volvió a la iglesia.

Nuestras mentes se centran en lo negativo. Yo podría recibir 100 alabanzas por algo que hice y una sola crítica, pero mi mente se centrará en el comentario negativo. ¿No estoy solo en esto, verdad?

Las historias negativas que se cuentan acerca de nosotros nulifican el bien que la iglesia ha hecho y siguen haciendo. Algunas acusaciones son injustificadas, otras son verdaderas. Con todo, existen historias de la iglesia que han causado un daño irreparable.

Pero aquí quiero subrayar las formas en que las iglesias han sido testigos del amor. Tratamos de hacer el bien pero como cualquier otro, a veces fallamos.

Cuando el huracán Harvey arrasó Houston –y se quedó aquí cinco días seguidos– las iglesias se unieron para reconstruir Houston. Mi foto favorita fue la de monjas armadas de motosierras cortando árboles caídos. La iglesia St. Andrews, de Pearland, hasta empezó una organización llamada Mosaic in Action para ayudar a que la gente pudiera regresar a casa. Dos años después del huracán, mientras que muchas organizaciones ya habían terminado su labor de reconstrucción, Mosaic in Action siguió reconstruyendo casas. Han reconstruido más de 250 casas.

Hay iglesias que pagaron la deuda de los almuerzos de las escuelas de su vecindario. Una iglesia en Birmingham pagó la deuda médica de 8 millones de su comunidad.

La iglesia Galveston Central cuenta la historia de Jacob, una persona de su comunidad. El pastor Michael Gienger lo cuenta así:

De alguna forma nos hemos olvidado del parentesco, pero Jacob me está ayudando a recordarlo:

Si bien podría ser que yo llevo escrito en mi corazón las palabras “vida de matón”, Jacob las ha tatuado en sus párpados. Mientras que muchos miembros de mi familia fueron a la Universidad Penn State, muchos miembros de su familia fueron a la penitenciaria del estado. En la superficie no podríamos ser más diferentes. Sin embargo, ayer oramos en el mismo altar, escuchamos las mismas palabras de gracia y perdón, recibimos el mismo pan que mojamos en la misma copa.

Imaginemos qué pasaría si Jacob y yo empezáramos poco a poco a recordar que nos pertenecemos el uno al otro. Imaginemos qué me pasaría a mí… a mi iglesia… a mi ciudad. Imaginemos qué pasaría si usted se nos une.

Sería un parentesco radical. Imaginemos.

Iglesia en parentesco

Mi hijo sufre de autismo. Ama la iglesia, especialmente la Cena del Señor. Canta a todo pulmón, muchas veces sin lograr la nota exacta. Si sabe la liturgia, la recita en voz alta como para que toda la ciudad la escuche. A menudo imita los movimientos de las manos de la persona que predica y de quien celebra la eucaristía. Puede ser causa de distracción. Pero ninguna persona de ninguna de las comunidades en las que hemos participado lo ha hecho sentir como si no fuera parte de la comunidad. Siempre ha sido acogido cálidamente y de todo corazón. Y ha sido animado a ser más ruidoso, lo que me avergüenza un poco. Desde la amorosa familia de la Iglesia Metodista de Santa Barbara, que lo acogió como nuestro hijo adoptivo y que ha pagado el costo del kindergarten, hasta la iglesia Episcopal de Pearland que le ha demostrado tanto amor. Desde que ha estado con nosotros jamás ha estado sin amor. No somos ricos en cosas materiales, pero somos ricos en gente. Siempre hemos tenido una iglesia.

Cuando la iglesia muestra lo mejor, desafiamos el statu quo al decirle a la gente: “no tiene por qué ser así, y nosotros podemos hacer algo al respecto”.

No guiamos en base al miedo y/o el odio, sino con amor. El amor sacrificial demanda que veamos la imagen de Dios en nuestro prójimo, e incluso en nuestros enemigos.

No nos definimos por aquello en contra de lo cual estamos, sino por aquellos que apoyamos. Y estamos a favor del amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, gentileza y autocontrol.

Quizá hoy podríamos reflexionar en todas las maneras en que las iglesias han dado testimonio del amor de Cristo. Si estas reflexiones son muchas o suficientes, considerémonos unos a otros para animarnos al amor y las buenas obras.


Joseph Yoo se mudó de la costa oeste para vivir feliz en Houston, Texas, con su esposa e hijo. Sirve en Mosaic Church, Houston. Visite josephyoo.com

Comunicaciones Metodistas Unidas es una agencia de la Iglesia Metodista Unida

©2024 Comunicaciones Metodistas Unidas. Reservados todos los derechos