La Rev. Lisa Yebuah es pastora titular de la comunidad de fe Southeast Table, en Raleigh, Carolina del Norte. Yebuah nos ofrece una serie de cuatro sesiones que nos enseñan que la fe es un acto de valentía extrema, ofreciéndonos inspiración para enfrentar los desafíos de la vida.
Este video está basado en Hebreos 11:1-3, 8-16
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. 2 Gracias a ella fueron aprobados los antiguos. 3 Por la fe entendemos que el universo fue formado por la palabra de Dios, de modo que lo visible no provino de lo que se ve (Heb. 11:1-3 NVI).
…8 Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. 9 Por la fe se radicó como extranjero en la tierra prometida, y habitó en tiendas de campaña con Isaac y Jacob, herederos también de la misma promesa, 10 porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor. 11 Por la fe Abraham, a pesar de su avanzada edad y de que Sara misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había hecho la promesa. 12 Así que de este solo hombre, ya en decadencia, nacieron descendientes numerosos como las estrellas del cielo e incontables como la arena a la orilla del mar. 13 Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien, las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. 14 Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. 15 Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. 16 Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial. Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y les preparó una ciudad (Heb. 11:8-16 NVI).
Aquí compartimos la transcripción del primer video de la serie:
Muchas veces entendemos la fe como una idea intangible. Pero si somos honestos, reconoceremos que hay que ser audaz para creer, especialmente cuando no hemos visto las cosas que queremos que ocurran en nuestra vida. Por ejemplo, cuando los años pasan mientras una persona busca un cónyuge sin poder encontrarlo, pero no cierra su corazón, la fe es más que un concepto. Cuando una mujer ha experimentado varios abortos espontáneos pero todavía sueña en el cuarto para el bebé, la fe es más que un concepto. Cuando una persona recibe el diagnóstico de una enfermedad maligna pero mantiene la esperanza de recuperarse, la fe es más que un concepto.
Yo insisto en que la fe requiere que seamos valientes. Es la valentía la que nos lleva a creer que las circunstancias de la vida cambiarán a pesar de haber sido desilusionados muchas veces. Se requiere arrojo para creer cuando la evidencia está en contra nuestra. Se requiere valor cuando las circunstancias no están a nuestro favor o cuando no estamos seguros de cómo proceder. Cuando nuestra reacción es que no dejaremos de creer, no se trata de fantasías sino de una fe intrépida.
Así que, no menospreciemos la fuerza y la valentía cuando la vida nos arroja esos momentos difíciles, esos momentos en que quedamos entre los que esperamos y lo que todavía no hemos visto o experimentado. En la tradición cristiana, la fe no es la postura de “ver es creer”, sino que es confiar en realidades mejores y nuevas cuando todavía no son evidentes en nuestra vida.