¿Qué es lo que más temes?
Recuerdo cuando me di cuenta de que tenía miedo a la altura. Fue algo como de película.
Mis ojos no podían estar fijos y mis rodillas temblaban pues veía que había una gran distancia hacia abajo desde la plataforma del árbol desde el cual se suponía tenía que saltar para agarrarme de una barra que colgaba de una cuerda.
Empecé a balbucear a la gente que me miraba desde el suelo. Les dije que si saltaba quizá me iba a orinar sobre ellos. La persona a cargo ni se inmutó cuando me grito: “¡No serás el primero!”
Me dije: “¡Pero será mi primera vez!”
Después de algunas respiraciones profundas e imaginarme que era Michael Jordan, salté… sólo para no lograr asirme de la barra y caer lentamente al suelo gracias a mi arnés y seguro.
Fue todo un fracaso para quien estaba acostumbrado a ser un triunfador en la escuela. Este fue un viaje durante de la universidad. Se trataba de un curso de desarrollo de liderazgo que el “genio” presidente del cuerpo de estudiantes quería que tomáramos lo oficiales.
Pero esa desagradable experiencia me enseñó algo que jamás olvidaré sobre la vida: O saltas y ves el resultado o te quedas en la plataforma y nunca sabrás que podría haber sido.
¿Qué es la duda?
Es correcto definir la duda como un estado de incertidumbre, el no saber si algo va en esta o en otra dirección. Pero la fe no es lo contrario a la duda, la fe no es un estado de certidumbre.
Si la duda es una plataforma sobre la que cada uno deberá pararse alguna vez, uno debe fijarse bien en la barra cerca de la plataforma, pero la fe es el acto de saltar y no la experiencia de alcanzar la barra.
La meta es que te muevas, que te des cuenta que el quedarte en la plataforma jamás será mejor que saltar de ella. El salto tiene algunos requisitos.
Te exige que confrontes algunas cosas como el temor al fracaso, la vergüenza o la ansiedad del futuro desconocido. Se requiere que abandones algo, como la necesidad de sentir que lo controlas todo y que sabes todo acerca de todo.
La Biblia Hebrea habla de que el pueblo de Israel estuvo perdido por 40 años en el desierto. La historia comunica un sentido de ironía y tristeza, puesto que recién habían escapado de la cautividad en Egipto solo para ser lanzados a la libertad de vagar por el desierto.
Los israelitas llevaban consigo algo llamado “el arca del pacto”, esto es, una caja grande que se suponía contenía los Diez Mandamientos y que simbolizaba la presencia de Dios con el pueblo. El arca era transportable, no era un objeto inmovible. Fue construida para ser llevada donde fuera que el pueblo viajase. Y aunque su contenido se mantenía escondido, servía para recordarles que Dios era el compañero constante del pueblo, moviéndolos hacia el siguiente lugar de destino.
La duda es una oportunidad
El Covid-19 ha hecho que hoy vivamos en un período de transición. Es una era sin mucha certidumbre emocional, económica, política, social, tecnológica y religiosa. Debemos darnos cuenta que la duda es el arca de nuestros tiempos: es un símbolo que nos recuerda que nuestro sentido de fe está funcionando plenamente. Nuestra insatisfacción con la manera en que la vida es en este momento es una señal de que debemos tomar acción para cambiar las cosas. Esto nos debe motivar a seguir adelante, a saltar, a no quedarnos en un lugar, y de seguro no en esta plataforma viral.
Debemos darnos cuenta que la duda es un estado neutral desde el cual podemos movernos para encontrar algo, o quedarnos en el mismo lugar para no llegar a saber nada.
El salto
Después de no haber logrado asirme de la barra fui bajado lentamente hasta el suelo por una polea. Experimenté algo que jamás había experimentado en mi vida: quise ser el primero en saltar otra vez.
De modo que, una vez que todos los miembros del grupo tomaron su turno en la plataforma, para saltar y bajar, nos movimos a la siguiente plataforma de un árbol. Pero esta vez no había que saltar. Se trataba de un complicado enredo de cuerdas por el que uno debía encontrar una manera de atravesar hacia el otro lado. Con entusiasmo me subí al árbol y entré a la plataforma y empecé a cruzar… hasta que me encontré con un obstáculo que no pude vencer, así que simplemente salté fracasado.
Bien, no fui capaz de cruzar al otro lado. Pero no importa.
Lo importante en ese momento y lo importante el día de hoy es que traté y todavía sigo tratando, porque la duda es un estado de transición: todos dudamos hasta que saltamos y vemos qué pasa.
¿Estás dispuesto a saltar hacia algo (figuradamente hablando)? ¿Estás lista para moverte hacia adelante? El compartir con otros tu idea del siguiente paso es nombrar tu temor y vencerlo. Quizá quieras publicar cuál será tu siguiente paso en tus medios sociales. Si lo haces, has un #rethinkchurch!
James J. Kang es director de comunicaciones e innovación de la Conferencia California-Pacífico de la Iglesia Metodista Unida y alumno de Claremont School of Theology. También es co-fundador de la campaña #OWNYOURSHIFT