Estuviste en la habitación. Varias personas estaban allí contigo. Todos fueron llamados para discutir algo importante. Durante la reunión algunas personas llevaron la conversación en una dirección que no era pertinente ni importante para ti, y empezaste a preguntarte: “¿Qué estoy haciendo en esta reunión?”¿Para qué estoy aquí?”
Todos hemos estado en situaciones en que hemos hecho esta pregunta: “¿Por qué estoy aquí?”
Cuando el propósito está claro nos sentimos motivados. Todos hemos estado en reuniones que son claramente pertinentes a nuestro trabajo individual y que establecen cuáles son los pasos a dar para avanzar.
Si sólo la vida funcionara de esa forma. Lamentablemente vivimos vacilando entre dos tipos de situaciones: momentos de claridad y momentos de desorientación.
¿Qué pasa con la vida? ¿Cuál es su propósito?
Muchos de nosotros evadimos esta pregunta. Es una pregunta que intimida porque no podemos ver la respuesta.
El libro de Eclesiastés habla de esta tensión. No es un libro popular que sea citado a menudo en los servicios de adoración. La banda musical The Byrds pusieron algunas de sus líneas más famosa en una canción: “To everything, turn, turn, turn. There is a season, turn, turn, turn…” (para todo hay una temporada).
Eclesiastés hace la pregunta: “¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida? Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma” (Eclesiastés 1:3, 4 NVI).
Estas preguntas no nos llevan a un sentido de significado. Si somos tan insignificantes, ¿cuál es el propósito? Quizá lo más desconcertante acerca de Eclesiastés es que hace la pregunta sobre el significado de la vida sin dar la respuesta.
¿Significa que no hay respuesta? Algunos dirán: “Hay una respuesta pero es desconocida”. ¿Ayuda esto a la gente que lucha con el significado de la vida? No es de mucha ayuda. Tampoco creo que ayudó mucho al escritor de Eclesiastés.
Más bien, Eclesiastés sugiere que no nos concentremos en el fin sino en gozar del presente: “Nada hay mejor para el hombre que comer y beber, y llegar a disfrutar de sus afanes. He visto que también esto proviene de Dios” (Eclesiastés 2:24 NVI). De modo que, según Eclesiastés es mejor no fijarnos en el significado sino que en disfrutar de los afanes. ¿¡Qué!?
Por cierto, este es un buen consejo. Nuestras vidas son más aceptables cuando nos gusta nuestro trabajo. Pero de seguro que también nos gustaría saber cuál es el fin de nuestro trabajo. Nos encantaría tener alguna seguridad de que nuestro trabajo tiene sentido.
En su libro Good to Great, Jim Collins introduce el concepto del erizo. Este concepto habla de la idea o práctica sobre la que confía una organización. Por ejemplo, el concepto erizo de la compañía Pepsi podría ser producir bebidas de calidad.
Al mirar toda la Biblia y no sólo Eclesiastés, quizá podamos discernir el concepto erizo de nuestra existencia. Hay un propósito.
Como narrativa, la Biblia se mueve desde la unidad en la creación (Génesis), a la injusticia y la separación (la mayor parte del Antiguo Testamento) y la redirección (profetas del Antiguo Testamento), al restablecimiento de la integridad y la justicia (Jesús desde los Evangelios hasta Apocalipsis). El camino a través del cual esto ocurre es el amor. La voluntad y acción de Dios en amor se hace más patente en la medida en que el lector progresa a través de la Biblia. Vemos el amor revelándose en la Escritura como vemos el giro de la trama lentamente revelado en una película de M. Knight Shyamalan (The Sixth Sense). El concepto erizo de la historia es el amor.
De modo que el significado está en el amor. Estamos aquí para experimentar, compartir, representar y vencer en amor. Esto suena tan simplista que dudo al escribir estas líneas. Pero la claridad requiere simplicidad, y la simplicidad es a menudo el camino a la sabiduría.
¿Cómo vives tu significado?
Probablemente ya lo estás haciendo. Quizá para sentirnos más conectados a nuestro propósito sólo necesitamos expresar y exhibir el amor en formas más deliberadas. Incluso a aquellos que se sienten olvidados y sin amor se les extiende la invitación de experimentar amor expresándolo a otros que se sienten de la misma forma.
¿Cómo se hace esto?
- Ve a ver cómo le va la vida a alguna persona.
- Desconéctate de las distracciones digitales por un momento y conéctate con la gente a tu alrededor.
- Reconoce la importancia de cada persona aprendiendo sus nombres.
- Nunca te olvides de decir “Gracias”.
- Dona artículos usados o nuevos o dinero. Pero la mejor donación es el tiempo. Si te sientes desconectado de la gente, la donación de tu presencia es tremendamente significativa.
- Comparte algo positivo en los medios sociales. Da gloria a otra persona.
- Cuando alguien cuante chismes de otros, neutraliza esas palabras diciendo algo bueno.
- Sonríe a menudo. Ríe mucho.
- Habla con alguien con quien no hablas a menudo.
- Esfuérzate de ser la persona con la que te gustaría estar.
Ryan Dunn es ministro de Online Engagement for Rethink Church. Vive en Nashville, Tennessee, con su familia. Es diácono de la Iglesia Metodista Unida. No se olvide de visitar su podcast.