“Jesús. Armas. Trump”.
Así decía un cartel que sobresalía en la multitud de insurrectos afuera del Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero, 2021.
¿Qué relación tienen estas palabras unas con otras? Para mucha gente no hay ninguna relación, si la hubiera. Hablando bíblicamente, existe poca evidencia para relacionar estas tres palabras. La Biblia no menciona armas ni a Donald Trump. Jesús habló con ambigüedad acerca de las armas, diciendo que “los que a hierro matan, a hierro mueren” (Mateo 26:52). Pero en otro lugar le sugiere a un discípulo que se compre una espada (Lucas 22:35-38). Este consejo ha confundido a los eruditos por siglos, pues sus palabras se pueden interpretar literalmente o en forma hiperbólica como una forma de sarcasmo. Pero incluso si tomáramos la enseñanza de Jesús como un consejo literal de comprar una espada, de seguro que no estaba llamando a amontonar armas. Cuando sus discípulos le ofrecieron las dos espadas que tenía, él les dijo “¡basta!”.
Sin embargo, hay personas que ven las palabras “Jesús, armas y Trump” sobre un trasfondo rojo, blanco y azul, y sienten que están fuertemente conectadas. En dicho marco son la expresión del nacionalismo cristiano, que es una conflagración distorsionada de la identidad nacional y la identidad cristiana.
¿Qué es el nacionalismo cristiano?
“El nacionalismo cristiano identifica la nación con la voluntad y acción de Dios en el mundo; combina la identidad nacional con la identidad cristiana; e identifica el servicio a la nación con el servicio a Dios”, escribe el Dr. David W. Scott, investigador histórico metodista, director de Teología Misional en la Junta General de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida. “El nacionalismo cristiano da apoyo moral a las acciones, incluso impropias, que se llevan a cabo a favor de objetivos políticos o nacionales”.
La Dra. Kristin Kobes Du Mez, autora de Jesus and John Wayne, desarrolla más la idea de que el nacionalismo cristianismo provee de cobertura moral, pues dice que el nacionalismo cristiano se apega a “la creencia de que América es la nación elegida por Dios y como tal debe ser defendida”.
Quienes sostienen algún tipo de nacionalismo cristiano creen que tienen el deber religioso de defender sus creencias en cuanto a la nación. Para muchos de los que invadieron el Capitolio de los Estados Unidos fue algo muy natural elevar pancartas que decían “Jesús 2020” y “¡Jesús salva!” Creían que sus acciones defendían la nación y, por tanto, Dios las aprobaba.
Los eventos del 6 de enero de 2021, dejaron en claro los peligros del nacionalismo cristiano. La unificación del fervor religioso con asuntos domésticos incitó una pasión y sentido de prioridad que muchos de nosotros consideramos fuera de lugar, especialmente los cristianos como nosotros que rechazamos la perspectiva del nacionalismo cristiano. Las prioridades nacionales no están al nivel de las prioridades de Dios. Nos damos cuenta de esto cuando no coincidimos respecto a cuáles son las prioridades nacionales.
Muchos de los que invadieron el Capitolio lo hicieron presuponiendo que defendían la democracia. El resto de nosotros creemos que estaban atacando la democracia. El asumir que un lado trabaja a nombre de Dios mientras que el otro trabaja para rechazar el orden divino es una perversión de la unidad que podría existir en cuanto a los ideales espirituales que compartimos. Dicha unidad espiritual no puede existir cuando afirmamos que los verdaderos cristianos o bien se visten con gorras rojas y llevan banderas que dicen “No me pisotees”, o no.
El peligro surge cuando combinamos nuestra identidad cristiana con nuestra identidad nacional. Podemos ser cristianos y también podemos ser americanos. Pero afirmar que ser americano significa ser cristiano y que ser cristiano significa tener un punto de vista estrecho de lo que significa ser americano, es excluir a todos los demás.
El Dr. Scott hace notar que “el nacionalismo cristiano tiene una larga historia en los Estados Unidos, y a menudo es el tipo de nacionalismo que trata de excluir a otros. El nacionalismo cristiano americano ha tratado de definir a los Estados Unidos como una nación blanca y protestante, excluyendo a todos los demás: católicos, africano americanos, indígenas, inmigrantes, judíos, musulmanes, etc.”
De modo que, el nacionalismo limita quienes somos en nuestra identidad spiritual y quienes somos en nuestra identidad americana. Incluso recorre la peligrosa ruta hacia la creencia de que la nación es infalible. El nacionalismo cristiano convierte a la nación en un ídolo y el país se convierte en un objeto de adoración. Creemos que servimos a Dios al servir a nuestro país.
¿Por qué el nacionalismo Cristiano es tan atrayente?
El Dr. Scott cree que a los cristianos les atrae el ser nacionalistas y a los nacionalistas les atrae ser cristianos. “El ser capaz de fundamentar tus creencias nacionalistas en una religión que provea a estas creencias un sentido de realidad última se convierte en algo muy atrayente. A lo largo de toda la historia humana, los líderes políticos han usado la religión para sus propios propósitos”, hace notar.
Alinear su ideología nacionalista con alguna creencia religiosa le da a la gente un sentido de importancia y legitimación. El convertir ideas nacionalistas en creencias religiosas los lleva desde simples opiniones políticas a estándares de fe. De modo que, quienes buscan colocar una base que legitime sus opiniones políticas encuentran muy útil el reclamar que sus ideas han sido establecidas por un orden divino.
Por ejemplo, pongamos atención a la historia que mencionamos arriba cuando Jesús instruyó a un discípulo que comprara una espada.
Luego Jesús dijo a todos: —Cuando los envié a ustedes sin monedero ni bolsa ni sandalias, ¿acaso les faltó algo? —Nada —respondieron. —Ahora, en cambio, el que tenga un monedero, que lo lleve; así mismo, el que tenga una bolsa. Y el que nada tenga, que venda su manto y compre una espada. Porque les digo que tiene que cumplirse en mí aquello que está escrito: “Y fue contado entre los transgresores”. En efecto, lo que se ha escrito de mí se está cumpliendo. —Mira, Señor —le señalaron los discípulos—, aquí hay dos espadas. —¡Basta! —les contestó.
Un defensor del derecho a tener armas podría leer este pasaje y declarar que Jesús nos enseña que debemos armarnos. La historia es usada para legitimar una persuasión política. Pero otros creen que Jesús no está promoviendo el obtener armas
¿Qué podemos hacer en cuanto al nacionalismo cristiano?
Según el Dr. Scott, “la mejor salvaguarda que conozco en contra del nacionalismo religioso es aprender de cristianos y de otra gente distinta a ti”. Empezamos a protegernos del nacionalismo cristiano por medio cuando adoptamos una forma de pensar que nos dice que nuestra identidad espiritual y humana va más allá de nuestra identidad nacional. “Cuando aprendemos a ver a Dios en otros que están fuera del círculo que consideramos nuestra nación o grupo, se nos recuerda que Dios es más grande que cualquier grupo social o político”.
Una forma de mantener viva la lección de nuestra conexión humana es participar en la obra misionera o en el trabajo de representar el amor y la misericordia de Dios a otros. “La misión nos lleva a interactuar con cristianos más allá de nuestras fronteras nacionales y culturales. Esto hace que la misión sea uno de los medios más importantes para facilitar este tipo de encuentro y hacer posible que aprendamos unos de otros, aunque lo mismo puede ocurrir por otros medios”, afirma el Dr. Scott.
“El cristianismo también tiene muchos recursos teológicos para hacernos pensar que somos ciudadanos del cielo y hermanos de todos los seres humanos, y no partidarios de un grupo nacional particular”, añade el Dr. Scott. Cuando nos unimos al proceso de extender la gracia de Dios más allá de nuestras fronteras culturales, damos testimonio en una manera significativa en cuanto a nuestra familia extendida de fe. Aprenda más por medio de leer acerca del trabajo misionero y global de la comunidad de fe en UMGlobal.org.