No existe el momento correcto para una tormenta tan masiva como la que se llevó 159 vidas y causó más de $80 millones en daños, pero a Frank y Mary Ellen Azack les tocó estar en un lugar particularmente malo cuando la tormenta llegó.
La casa de los Azack estaba en la ciudad de Toms River (New Jersey) y fue una las 346,000 casas dañadas por la súper tormenta Sandy, en octubre de 2012. En un momento hubo más de 4 pies de aguar dentro de la casa.
Frank Azack reflexiona en lo que fue la tormenta cuando llegó el décimo aniversario, en octubre 2022.
“Debido a una discapacidad, me jubilé de mi trabajo 30 días antes de la tormenta”, recuerda Azack acerca del huracán más grande del Atlántico que se haya registrado con vientos que abarcaron 1,150 millas al noreste de los Estados Unidos.
Tomó cinco meses para que le llegara el primer cheque de discapacidad. También tuvo que pasar por tres cirugías en ese tiempo, dos en un pie y otra por apendicitis. Para empeorar la situación, uno de los automóviles quedó destrozado y el otro dejó de funcionar.
Mary Ellen sufre de esclerosis múltiple, así que fue forzada a irse a vivir con su mamá, mientras que Frank trabajaba en ver que la casa fuese reparada. “Fue todo un desafío”, nos dice.
Los metodistas unidos del Gran New Jersey fundaron la organización A Future with Hope, la cual ofreció ayuda después de la tormenta Sandy de 2012. Hoy la organización está ayudando a las víctimas del huracán Ida, 2021.
Un futuro con esperanza
Los metodistas unidos de la Conferencia Anual del Gran New Jersey fundaron A Future with Hope para ayudar a la recuperación después de Sandy. Hoy la organización ayuda a las víctimas del huracán Ida, 2021.
“Después de Sandy, construimos 30 casas nuevas y reparamos otras 250”, dice Bobbie Ridgely, miembro de la Iglesia Metodista Red Bank y que fuera director ejecutivo de A Future with Hope hasta el 2018. “La otra cosa que hicimos, que fue un proyecto bastante grande, fue que tuvimos un contratista general que trabajó con nosotros y que colocó elevadores en varias casas”.
Los elevadores para las casas eran importantes porque los propietarios no podían obtener la aprobación de construcción a menos que reconstruyesen sus casas a más altura para protegerlas de tormentas futuras.
“Muchas casas allá abajo eran casas de una comunidad costera y muchas eran bungalós antiguos”, dice Azack. “Ahora con los nuevos códigos de construcción, tienen que elevarlas sobre pilares o construirlas de nuevo según normas más exigentes”.
Debido a que la casa de los Azack se quebró y hundió en el suelo, tuvo que ser reconstruida del todo.
“Fuimos a un seminario sobre cómo reconstruir nuestras casas. Fue allí donde conocimos a Future with Hope”, dice Azack. “Sin esta organización, no creo que la casa habría sido reconstruida. Nos ayudaron a través de todo el proceso”.
Nos cuenta que se les pidió un montón de papeleo. “Era un trabajo a tiempo completo. Estuve unas 10 horas al día en el computador. No exagero. A veces perdían nuestros papeles, lo que se convertía en una pesadilla”.
Los Azack gastaron dos impresoras durante los cinco años que les tomó reconstruir su casa.
“Future with Hope nos ayudó mucho para obtener todos los papeles que necesitábamos, obtener la ayuda para el alquiler, tratar con la aseguradora y el constructor”, nos dice. “Jamás podríamos haberlo logrado sin ellos”.
Algunas cosas son irremplazables
Como muchas otras familias, los Azack perdieron cosas que no se pueden remplazar.
“Mi hermana me había enviado una caja de zapatos llena de antiguas fotos que se tomaron de mi familia durante la década de los 60 y 70”, nos dice. Al jubilarse, su plan era digitalizar todas las fotos.
“La caja de fotos estaba sobre mi escritorio, pero el agua que entró en la casa las arruinó. Todo se perdió”, nos dice.
Ridgely nos cuenta que, a pesar de las pérdidas irreparables, fue alentador ver cómo la gente venía a ayudar.
Una conexión maravillosa
“En esos momentos, pareció algo tremendo y abrumador”, nos dice. “Pero también fue maravilloso experimentar la conexión metodista. Recibimos todo tipo de donaciones y llamadas telefónicas y gente que venía de todas partes del país. Fue realmente conmovedor ver cómo la gente ofrecía su apoyo, donaciones y obra de mano. Fue realmente maravilloso”.
Jim Patterson es escritor independiente con base en Nashville, Tennessee. Contáctese por email.