Los momentos que vivieron llenan las páginas de la historia de los derechos civiles de los Estados Unidos.
Hablamos de: Rev. Gilbert Caldwell, Clara Ester, Rev. James Lawson, Dr. Rip Patton y el Rev. Tex Sample. Estos metodistas unidos produjeron cambios. Fueron jóvenes que no sólo participaron sino que cambiaron la historia. Jamás deberemos olvidar las lecciones que se aprendieron.
Hoy día, estos titanes civiles reflexionan en lo que está ocurriendo en los Estados Unidos en cuanto a la justicia racial y en cómo las actuales protestas, en conexión con el asesinato de George Floyd y otros a causa de la brutalidad policial, se comparan con las décadas de 1950 y 1960. También hablan del papel que la Iglesia Metodista Unida debe cumplir para terminar con el racismo.
En aquel entonces
Líderes metodistas unidos trabajaron junto al Rev. Dr. Martin Luther King, Jr., el Rev. John Lewis y otros más. Esto resultó en que el Congreso pasara la Ley de Derechos Civiles de 1964 y 1968, la cual prohibió la discriminación y la segregación, eliminando los carteles “solo blancos” y aplanando el camino para otras reformas futuras.
“Nuestro movimiento fue el primero que desde 1860 movilizó a la comunidad negra a empezar una lucha contra la persecución que enfrentábamos… y a empezar a combatir el racismo y sus estructuras del mal”, dice el Rev. James Lawson, a quien MLK escogió para enseñar acerca de la protesta no violenta a quienes participaban en el movimiento.
Una serie de eventos monumentales empezaron a ocurrir, todos estratégicos y con el objetivo de la no violencia: los 381 días de Montgomery, Ala., el boicot de autobuses de 1955; las sentadas en Greensboro, NC y en Nashville, Tenn.; la marcha de 300,000 personas en Washington, en 1963; la marcha desde Selma, Ala., a Montgomery, en 1965; y el movimiento Libertad de Chicago, en 1965.
Aunque el objetivo era la no violencia, el movimiento estuvo lejos de ser pacífico. Se arrestó a mucha gente, los participantes fueron golpeados, ciudades fueron quemadas y gente fue asesinada. Todos los que decidieron participar en el movimiento sabían los peligros que corrían.
Rip Patton es miembro de la Iglesia Metodista Gordon Memorial. Como miembro de Freedom Riders, Patton viajó en automóvil desde Nashville a Montgomery para subirse a un bus que iba a Jackson, Mississippi. Nos cuenta que cuando llegó el momento de salir de Nashville, él sabía que un bus ya había sido quemado y que amigos habían sido golpeados y hospitalizados. También le informaron que 3,000 miembros del Ku Klux Klan estarían esperando al bus en el que él viajaría. Cuando el bus finalmente arribó en Jackson, Patton y otras tres personas fueron los primeros en entrar por una puerta que decía “solo blancos” para sentarse en el mostrador del almuerzo en la estación de autobuses. Todos fueron arrestados y llevados a la penitenciaría del Estado de Mississippi.
“Esta fue la primera vez que fui arrestado”, dice Patton.
Cuando MLK fue asesinado, el 4 de abril de 1968, los Estados Unidos empezaba a cambiar. Pero se necesitaba más cambios.
“Se había pasado la ley de Derechos Civiles. Podíamos viajar en autobús. Los letreros raciales se habían removido”, recuerda Ester, “pero el odio seguía”.
Ester es una diaconisa metodista unida y vice presidenta nacional de Mujeres Metodistas Unidas. Ella estaba en el estacionamiento del Lorraine Hotel cuando MLK fue asesinado. Este fue un momento que transformó su vida en relación al odio.
“El ser testigo de su muerte. Verlo en ese balcón. Oírlo la noche anterior diciendo ‘quizá no llegue allá con ustedes pero como pueblo llegaremos a la Tierra Prometida’. Reconocer más y más su compromiso con el proceso de no violencia. El estar frente a su cuerpo me decía ‘Tienes que abandonar tu odio. Necesitas amor’”.
El ahora
“Ahora mismo el país está indignado por el asesinato de George Floyd y deberíamos sentir una indignación moral”, dice Sample. “Me preocupa que somos el tipo de sociedad que algo hoy se desgasta eventualmente y que los medios noticiosos se retiran y la gente se aleja. Entonces no nos queda nada. Es por esto que es muy importante que no solo tengamos demostraciones expresivas sino que el pueblo se organice y que edifique ese tipo de poder y continúe dicha indignación y adopte caminos que lleven al cambio”.
Sample es un pastor metodista unido que toda su vida ha abogado por los derechos civiles y que es un organizador comunitario. Sample sabe de primera mano de la importancia de la organización. Durante la década de 1960, trabajó con el Concilio de Iglesias de Massachusetts, organizando la marcha Selma-Montgomery, a la que Sample se unió con otras 25,000 personas. En suma, la marcha Selma-Montgomery fue una serie de tres marchas bien organizadas que duraron 18 días.
A pesar de todo el progreso logrado con el movimiento de derechos civiles, algunos líderes creen que el movimiento solo fue la primera fase.
“En el siglo 21, los Estados Unidos necesita una gran campaña de no violencia que hará que nuestro movimiento de 1950 a 1970 palidezca en comparación”, dice Lawson. “Un movimiento que hará que la causa avance mucho más de lo que nosotros logramos. Los movimientos del siglo 20 nos han traído hasta aquí”.
El Rev. James Lawson habla de la no violencia en la Primera Iglesia Bautista de Montgomery, Ala., el lugar donde en 1961 se produjo una confrontación entre los Freedom Riders y una turba enfurecida. La visita a esta iglesia fue parte del peregrinaje hacia Alabama de la causa de derechos civiles en el Congreso, los días 6 al 8 de marzo. Lawson fue uno de varios líderes metodistas unidos que participaron en el viaje patrocinado por Faith and Politics Institute. Foto por Kathy L. Gilbert, UMNS.
Lawson se siente animado por lo que está ocurriendo en las ciudades de nuestra nación y en el mundo.
“Creo que Dios está obrando”, dice Lawson, agradeciéndole a la red Black Lives Matter por “estructurar tan bien la presente campaña. Desde la muerte de Trayvon Martin han venido organizándose sistemáticamente. Y esta campaña es consecuencia de su organización y estrategia”.
Una similitud entre el movimiento de derechos civiles y lo que ahora ocurre es el involucramiento de “gente que se cansaron de estar cansados”, dice Ester. Esta frustración junto con la pandemia de Covid-19 ha escalado el presente movimiento, nos dice.
“La pandemia ha hecho que prácticamente todo el país esté trabajando desde su hogar o no trabajando. De modo que, usted tiene una población más grande que está libre, a lo cual se une la tecnología… así que usted se informa de lo que ocurre”, nos explica. “George Floyd perdió su vida ese día, y todos los americanos fueron testigos de la crueldad y ferocidad del privilegio blanco… Inflamó a toda la gente que tenía el mandato de quedarse en casa… y a toda la gente que ha sufrido esto por 400 años”.
Señales alentadoras
Estos líderes se sienten animados de que el presente movimiento en contra de la injusticia racial puede, dice Lawson, hacer realidad el trabajo fundacional que se hizo en las décadas de 1950 y 1960.
“Estoy profundamente impresionado por la diversidad de gente que llevan letreros “Black Lives Matter”, dice Caldwell, pastor metodista unidos que apoyó las campañas para el derecho a votación, y que marchó en Washington y marchó de Selma a Montgomery, a petición del Dr. King.
“Quisiera sugerir que este es un momento decisivo en términos de la justicia social. La participación de gente blanca es muy importante”, hace notar, añadiendo que los millones de personas que vieron el asesinato de Floyd “fueron despertados a la realidad que nosotros la gente negra hemos sufrido por tanto tiempo. Esta es una señal muy esperanzadora”.
“Miro a todos esos jóvenes y espero que sean suficientemente resueltos y valientes para nadar en contra de la corriente y ser anti-racistas”, dice Caldwell.
El siguiente paso, dice Patton, es que el nuevo grupo de transformadores se una para trabajar en solidaridad.
“La gente que está buscando cambios debe sentarse a hablar acerca de qué quieren que sea diferente”, nos dice. “Si tú estás a cargo y yo estoy a cargo pero no nos unimos para ver en qué dirección marchamos, quizá marchemos en dos direcciones diferentes para llegar al mismo lugar o quizá marchemos en dos direcciones distintas y jamás llegaremos al mismo lugar”.
“Juntemos a la gente”, dice Patton, “de una forma organizada y no violenta”.
El rol de la Iglesia Metodista Unida
Todos concordaron que la Iglesia Metodista Unida puede ser una guía en el camino para abordar el racismo sistémico del país.
“La tarea principal de la iglesia es colocar una fundación espiritual, una fundación bíblica y una fundación intelectual para el cambio”, dice Lawson. “Creo que la labor de la iglesia nunca fue más abrumadora que lo que es hoy”.
El Rev. Gilbert Caldwell, pastor jubilado de la Iglesia Metodista Unida y activista de derechos civiles que marchó junto al Rev. Martin Luther King, Jr., habla durante un mitin de Black Lives Matter, el 7 de junio en Willingboro, NJ. A la derecha de Caldwell está su esposa, Grace Caldwell. A la izquierda de Caldwell está la Rev. Vanessa Wilson, directora de la Comisión de Raza y Religión del Gran New Jersey y pastora de la Iglesia Metodista Unida Good Shepherd, en Willingboro. Esta fue una de las muchas protestas que se llevaron a cabo en el país en pequeñas ciudades y municipios y en las que participaron metodistas unidos. Foto por Aaron Wilson Watson.
Hablando con franqueza, estos íconos de los derechos civiles dicen que la denominación con frecuencia perdió oportunidades para erradicar la injusticia racial. La unión de 1968 que formó la presente Iglesia Metodista Unida y que eliminó la segregada Jurisdicción Central fue un paso adecuado, pero no produjo un cambio radical.
“Tenemos que desaprender lo que se nos enseñó y aprendimos toda nuestra vida, para reaprender lo que sea la verdad”, nos dice.
“¿Cuántas iglesias blancas”, pregunta Ester, “mencionaron el nombre de Floyd el domingo después de su muerte, para reconocer lo que estaba ocurriendo? ¿Cuántas iglesias blancas han tenido conversaciones cruciales en cuanto a la pandemia del racismo, sin que nadie se lo haya exigido?”
“¿Cuántas iglesias blancas”, se pregunta, “se han conectado con iglesias negras para decirles: ‘oigo y siento tu dolor. ¿Qué podemos hacer para aliviar ese dolor y para nosotros entender mejor?’”
“Reconciliemos estas diferencias”, dice Ester. “Abramos nuestras puertas y tengamos puertas abiertas, corazones abiertos y mentes abiertas”.
“Pablo dice que Dios ha creado una nueva creación y que la nueva creación está en la iglesia y su comunidad”, dice Sample. “El punto es que tenemos una maravillosa justificación bíblica para ser una iglesia que responde a la gracia de Dios y a la actividad justa de Dios en el mundo. Necesitamos que la gente de fe se ponga de pie para decir que trabajaremos juntos para el bien común”.
Esperanza que se mantiene
“Quiero que el año 2020 sea visto como el momento en que los Estados Unidos y la IMU y todo el país tomamos en serio la división racial y nos dimos cuenta de que no somos la nación que deberíamos ser”, dice Caldwell.
“Mi esperanza es que de alguna manera el Espíritu esté trabajando entre nosotros para que como metodistas unidos –tradicionalistas, centristas y progresistas– trabajemos para confrontar no solo la injusticia racial sino las injusticias de todo tipo, para que el 2020 sea el tiempo cuando la IMU dio la vuelta para edificar un nuevo futuro para sí misma”.
“Creo que Dios nos está llamando a ser una iglesia reconciliadora, reparadora y racial”, proclama Caldwell. “El serlo implica involucrarnos en la transformación del mundo en respuesta a Jesucristo”.
Crystal Caviness trabaja para UMC.org en Comunicaciones Metodistas Unidas. Contacto: ccaviness@umcom.org o 615-742-5138.
Lea lo que el Rev. James Lawson piensa de Black Lives Matter como movimiento religioso aquí