Algunos dicen que no soy de aquí, y otros dicen que no soy de allá. Pero yo digo que soy de allá y de acá.
No pertenezco a la cultura en la que vivo, y me siento fuera de lugar en la cultura de donde vengo. La gente de mi edad me dice que soy hispana o latina. Mi comunidad hispano-latina me dice que soy americana. Cuando estoy en casa, en los Estados Unidos, siento que me falta algo. Cuando estoy en casa, en Puerto Rico, me siento desconectada. Y me pregunto: “¿Me sentiré siempre así?” ¿Sentiré siempre esa necesidad de defender mi identidad bicultural? Pero la pregunta que más me fastidia es: Cuando tenga la libertad de ser yo misma, ¿me aceptaré a mí misma?
¿Puedes identificarte con lo que digo? Si lo haces, entonces tú eres como yo, una persona “in-between”. Si te sientes así, entonces esto es lo que somos:
Somos una “generación in between”, una generación entre dos culturas diferentes, tratando de definir qué significa ser americanos de segunda y tercera generación. Para la mayoría de nosotros, nuestro hogar es una mezcla de nuestra herencia hispano-latinx y la cultura americana. Una gran cantidad de personas “entremedio” jamás han visitado el país que las hace hispano-latinas. Se trata del país de origen de sus padres. Sin embargo, se espera que abracen dicha cultura como si fuera su propia cultura, sin mezclarla con la cultura americana en la que nacieron. Estamos atrapados entre dos culturas que amamos. Cada día, trato de descifrar cómo vivir en ambas culturas, cuando ambas me gritan que debo elegir una sobre la otra. Mi identidad cultural vive arrastrada por dos pautas en contraste:
- El ser hispana me exige apreciar a mi familia más que a mí misma.
- Ser americana me empuja a valorarme a mí misma como una persona
No tengo la opción de elegir entre ambas cosas. YO SOY AMBAS COSAS.
Vivo en una cultura que constantemente me dice: sueña, estudia, trabaja duro, y podrás lograr todo lo que quieras. No obstante, cuando trato de seguir estas reglas me veo enfrentando el miedo, el racismo y la explotación. Cuando voy a la escuela o al trabajo, me encuentro con una sociedad que tiene miedo de lo desconocido, y que espera que yo me conforme a su cultura, en lugar de darme la oportunidad de darme a conocer.
Pareciera que la gente “entremedio” sólo encaja con otros “entremedios”. Es cierto que hay excepciones, y estoy agradecida de quienes nos aceptan tal como somos. Pero la mayor parte del tiempo somos marginados en nuestras propias culturas. Al menos una vez, las dos culturas que amamos n os avergonzarán porque somos más americanos que hispano-latinos, o viceversa. Estoy aprendiendo a ser yo misma en esta vida de tira y afloja. No necesito que se avergüence por ser “distinta” que el resto. Creo que pedirme que me conforme a algo más que yo misma es una imposición cultural y prefiero no ir por ese camino. Prefiero honrar a las dos culturas que amo. Prefiero que vivan juntas en mí. Ocurre que cuando tú me pides que elija una cultura sobre la otra, me estás pidiendo que deje morir una parte de mí para que tú te sientas bien.
No tengo por qué sentirme avergonzada por la forma en que me comunico. Tengo mi propio estilo, y se llama “Spanglish”. Mezclo ambas lenguas cuando hablo porque una expresa las emociones mejor que la otra, y a veces hay ideas que no se pueden traducir. Muchos se quejan de que no hablo lo “suficientemente bien” una de las lenguas porque prefiero hablar ambas lenguas a la vez. Otros me preguntan por qué habló una lengua más que la otra. Pero lo que más me duele es cuando otra persona “entremedio” se siente avergonzada por no haber aprendido español.
El que yo elija mezclar ambas lenguas no quiere decir que no sea capaz de hablar español o inglés adecuadamente. No quiere decir que carezco de educación. Además, el que otras personas “entremedio” no hayan aprendido español no te da el derecho de juzgarlos pues no sabes por qué escogieron hablar sólo un idioma. Lo que los críticos del spanglish no entienden es que, mientras no cambie la sintaxis, puedo usar el español y el inglés en la misma oración. El spanglish es mi mecanismo de supervivencia en un mundo que me demanda elegir una identidad cultural sobre la otra.
Muchas personas “entremedio” son forzadas a crecer más rápido que sus compañeros, especialmente si sus padres trabajan en dos empleos para poder darle a sus niños el sueño americano. Luchamos entre encajar con nuestros compañeros y no lograr lo que nuestros padres esperan de nosotros. Amamos a nuestros padres y los respetamos, pero cada día luchamos para honrarlos y para honrar a quiénes somos como individuos. La forma correcta de lograrlo no existe. Para algunos, honrar a los padres significará optar por un trabajo en lugar de los estudios. Para otros será elegir la escuela en lugar de un empleo. Todos tenemos la misma meta: honrar a nuestros padres y permanecer fieles a lo que somos. Ambos caminos son honorables, pero seguiremos sufriendo la imposición cultural. Para la mayoría de los adolescentes americanos, después de la escuela irán a la universidad. Para la gente “entremedio” significa debatir si el ir a la universidad es una decisión financiera sabia. ¿Realmente queremos adquirir deudas de estudio y así añadir más estrés a nuestra frágil situación financiera?
Hay un pequeño porcentaje de personas “entremedio” que se asimilan completamente a la cultura americana. Algunos miembros de mi familia eligieron el inglés por sobre el español como respuesta a su adaptación cultural, y eso está bien. Algunos dirán que tal conducta significa que perdieron su herencia y cultura. Yo diría más bien que dicha elección fue su forma de lidiar con la tira y encoje cultural de sus vidas. Para la gente “entremedio” que no deseamos elegir, vivimos una vida bicultural que encontramos maravillosa. Nuestra identidad cultural está cargada de tensiones, pero encuentro mi verdadero yo está en la acción de integrar estos valores e ideas. Nadie me lo puede quitar. Soy de aquí y soy de allá. Esa ha sido mi elección.
Mi nombre es Patricia Gogles, y soy parte de la “Generación in Between”.
Patricia Cogles tiene 26 años, está casada y vive en Pasadena, California. Está siguiendo el programa de Master en Divinidad, en el Seminario Teológico Fuller. Además, trabaja en la Iglesia Metodista Unida Thousand Oaks, CA, donde cumple la función de Directora de Ministerio Juvenil y Educación de Adultos. Además, es ministra de adoración y danza, y miembro de la Conferencia Anual Metodista Unida California-Pacífico, donde actúa como representante del Distrito Oeste para el Concilio del Ministerio de Retiros y Campamentos y Directora asociada para el Campamento Spanglish 2018.
[Publicado 5 de julio 2018]