El ministerio con enfermos y moribundos es una parte importante de la obra de los pastores metodistas unidos (¶340. Responsabilidades y Deberes de Presbíteros y Pastores Autorizados). En tiempos de enfermedad, muerte y duelo, los pastores ofrecen la esperanza y paz que se encuentra solo en Jesucristo.
En su lecho de muerte, Juan Wesley, fundador del movimiento metodista, pronunció y repitió estas últimas palabras: “Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros”. En el ministerio con los moribundos, los metodistas unidos siguen compartiendo esas buenas nuevas. En nuestra vida y muerte, lo mejor de todo es que Dios está con nosotros.
Se dice que las últimas palabras de Juan Wesley fueron: "Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros". Retrato a color del lecho de muerte de Juan Wesley en exhibición en la Comisión General de Archivos e Historia.
Ministerio para los moribundos y sus familias
Aunque algunas denominaciones ofrecen últimos ritos, extremaunción y unción de enfermos, La Iglesia Metodista Unida no tiene sacramentos específicos para el final de la vida. Sin embargo, El Himnario Metodista Mil Voces para Celebrar contiene recursos para ayudar a los pastores a atender a los moribundos y sus familias en esos días difíciles.
“El Ministerio con los Moribundos” incluye oraciones para cuando una persona está agonizando y una encomienda para su uso al momento de morir. Los recursos también animan a los pastores para que consideren ofrecer la Santa Comunión y un tiempo para reafirmar el Pacto Bautismal. El bautismo es el sacramento por el cual somos iniciados en la iglesia y comenzamos una vida de discipulado. La Santa Comunión brinda alimento espiritual para nuestro peregrinaje siguiendo a Jesús.
Otra sección de El Himnario Metodista Mil Voces para Celebrar, llamada “El Ministerio Inmediatamente Después de la Muerte”, ofrece oraciones para su uso con la familia y amistades reunidas al momento de la muerte de un familiar o amigo. Las oraciones reconocen los sentimientos de pérdida y duelo, solicitan la fortaleza de Dios en estos días difíciles y proclaman nuestra esperanza en la resurrección y la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.
Un servicio de muerte y resurrección
Poco después de morir, se realiza un funeral o servicio de honras fúnebres sin el cuerpo presente. El propósito de estos servicios de muerte y resurrección es “alabar a Dios y dar testimonio de nuestra fe, al tiempo que celebramos la vida” de alguien que ha muerto (de "Saludo" en Un servicio de muerte y resurrección.
El Rdo. Taylor Burton-Edwards, director de recursos de adoración para los Ministerios de Discipulado de La Iglesia Metodista Unida, explica que el servicio “es la oportunidad para que la comunidad se reúna en respuesta a la muerte de la persona para proclamar nuestra solidaridad mutua en ese tiempo de duelo". Pero aún más importante, “para proclamar nuestra fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en una nueva creación, como prometió Cristo”, agrega.
En un funeral, una comunidad se une en duelo para celebrar la vida del difunto y proclamar la esperanza en la resurrección. Foto de archivo del funeral en el 2012 del Rdo. Isaac Momoh Ndanema en Sierra Leona, por Phileas Jusu.
Como en las celebraciones de la Santa Comunión, la confirmación, las bodas y en la ordenación, el pacto bautismal se afirma y se celebra durante un servicio de muerte y resurrección. Al final de toda una vida de discipulado cristiano para el que uno fue iniciado al momento del bautismo, la congregación celebra la fidelidad de Dios en Cristo Jesús más allá de nuestras vidas en la tierra.
“Así como en el bautismo (Nombre) se revistió de Cristo”, dice el pastor en las palabras iniciales, “que (Nombre) también pueda vestirse de gloria en Cristo”.
El servicio reconoce el duelo de los allí reunidos, incluso mientras proclaman su fe en la resurrección y la vida más allá de la muerte terrenal.
Servicios de sanación
La Iglesia Metodista Unida también ofrece recursos para los servicios de sanación para cuerpo, mente, espíritu y relaciones. No se debe considerar el servicio de sanación como un servicio de curación. “Dios no promete que se nos librará del sufrimiento”, afirma la introducción al servicio, “sino que promete que estará con nosotros en nuestro sufrimiento”.
La imposición de manos, unción de la frente con aceite, recepción del sacramento de la Santa Comunión y lectura y proclamación de la palabra de restauración de Dios, brindan “una atmósfera en la que puede darse la sanación. La mayor sanación de todas”, continúa el Himnaro Metodista Mil Voces para Celebrar, “es la reunión o reconciliación de un ser humano con Dios”.
*Joe Iovino trabaja para UMC.org en la Comisión Metodista Unida de Comunicaciones. Contáctelo por email o en el teléfono 615-312-3733.
Este artículo se publicó originalmente el 11 de enero del 2016.