Siguiendo en fidelidad

En las últimas semanas, he estado contemplando esta idea: Nuestro llamamiento primario como cristianos es seguir más que guiar.

Esto es algo difícil de aceptar en una sociedad individualista que alaba a las persona influyentes (influencers), directores ejecutivos (CEO), celebridades y líderes de las naciones que son más grandes que la vida. Seguir suena tan pasivo. Tan dependiente. Los seguidores parecen depender en cada palabra que emitan los influencers, esperando que la siguiente notificación aparezca en sus celulares, a fin de hacer un comentario para llamar la atención. “Sé un líder, no un seguidor”, dice el dicho popular. Los seguidores tienen mala reputación, ¿cierto?

El ser un seguidor no es algo malo en sí mismo. Lo que importa es a quién seguimos. A quién seguimos establece la diferencia entre si somos empoderados o si se nos quita el poder. A quién seguimos produce la diferencia entre si somos oídos o silenciados. Como cristianos, se nos considera “seguidores de Jesús”. El seguir requiere cierto tipo de fidelidad. Implica colocar nuestra confianza en alguien fuera de nosotros. Quienes han sufrido el dolor de una confianza traicionada saben que el seguimiento no es algo tan pasivo. Pero uno puede lograr una energía poderosa por medio de escoger a quién seguir… a quién le permitimos guiar nuestras vidas y nuestro futuro.

Juan Wesley, fundador del metodismo, entendió esto muy bien. No se propuso dirigir un movimiento. No tenía el propósito de crear una nueva denominación. Lo que le preocupaba era que la iglesia que amaba no estaba siguiendo el compromiso de amar a toda la gente, especialmente a los pobres. ¿Cómo podrá alguien decir que sigue a Cristo, mientras que a la vez le quita a la gente marginalizada la oportunidad de oír la palabra de Dios? ¿Cómo podrá uno rechazar la oportunidad de tener comunión con otros creyentes solo porque tienen una condición económica distinta? Gracias a la forma metódica en que estudiaba la Biblia, se relacionaba con Dios y formaba grupos a los que uno debía dar cuenta, Wesley recibió el poder para seguir los impulsos del Espíritu Santo, esto es, ir donde estaban los necesitados, encontrarlos allí donde estaban, en lugar de llamarlos a que asistiesen a los edificios lujosos donde eran rechazados y menospreciados. Wesley se mantuvo fiel al llamado que Dios le hizo, lo que le permitió crecer como seguidor. Lo chistoso fue que la gente empezó a seguirlo. Se convirtió en líder e influencer porque seguía al influencer más importante.

En nuestra liturgia bautismal, se nos hacen tres preguntas:

·    ¿Renuncias a las fuerzas espirituales de maldad, rechazas los poderes malignos de este mundo, y te arrepientes de tu pecado?

·    ¿Aceptas la libertad y poder que Dios te da para resistir el mal, la injusticia y la opresión, cualquiera sea la forma en que se presenten?

·    ¿Confiesas a Jesucristo como tu Salvador, pones toda tu confianza en su gracia y prometes servirlo como tu Señor, en unión con la iglesia que Cristo ha abierto para la gente de todas las edades, naciones y razas? (Baptismal Covenant I, Book of Worship)

Cuando aceptamos a Jesucristo como Señor y salvador, como el influencer primario sobre nuestras vidas, no se nos permite dejar que las tendencias del odio, la injusticia y la opresión reinen en nuestra conducta. El amor debe ser el centro de nuestras vidas y la regla con la que medimos nuestra fidelidad a Dios, nuestro creador. Declaramos que confiamos en aquel que dio su vida por nosotros, a fin de que seamos capaces de asociarnos con Dios en algo más grande que nosotros mismos: la sanidad de nuestro mundo quebrantado.

Sin embargo, con la fidelidad viene el confiar en cosas desconocidas. Es por esto que se habla de fidelidad. Cuando ponemos toda nuestra fe en Dios, quizá no sepamos o entendamos cuál es el propósito final o cuáles sean los pasos a dar para llegar allá. Esto es frustrante para la gente que le gusta la planificación, como yo. Al mismo tiempo, Dios no nos pide una confianza ciega. Tenemos la libertad para levantar preguntas a la Biblia y a la tradición por medio de usar nuestra razón y experiencia. A menudo, este cuestionamiento nos lleva a una relación más íntima con Dios. Al lograr esta relación íntima con Dios, confiamos que Dios nos revelará los pasos siguientes que debemos seguir, a pesar de lo desconocido. Oramos que tengamos el valor para reconocer los siguientes pasos a seguir y la humildad para seguirlos.

La Iglesia Metodista Unida ha postpuesto otra vez su Conferencia General, que es el cuerpo legislativo más importante de la iglesia. Esto deja sin resolver muchos de nuestros conflictos. ¿Cómo luce ahora nuestra fidelidad? La fidelidad consiste en recordar a quién somos fieles y reconocer que nuestro llamamiento como cristianos ‒hacer discípulos para la transformación del mundo‒ no ha cesado. Nuestra Conferencia General se ha postpuesto, pero nuestro ministerio sigue adelante. La fidelidad consiste en seguir el llamamiento que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. Cierto, como alguien dijo sabiamente en Facebook, “No todos entenderán tu llamamiento. No importa. No se produjo en una conferencia telefónica”. Ni siquiera la villa donde Jesús creció pudo entender su llamamiento. El que la gente no lo reconociera no lo detuvo de llevar a cabo su ministerio. Cada uno de nosotros tiene un llamamiento, dones espirituales y funciones únicas en el proceso de transformar el mundo para la gloria de Dios. Ninguna conferencia puede privarte de esto.

¿Quién es tu influencer? ¿A quién sigues?

En este período de espera, oro que tengamos la quietud suficiente para buscar la guía de nuestro más importante influencer, en quien le hemos prometido que en él pondremos nuestra fe y esperanza primordiales. Que seamos los seguidores que se aferran a cada porción de la Palabra viva y que buscan oír la voz de Dios llamándonos en medio del ruino. Que el Espíritu Santo nos permita discernir el poder con el que Dios nos ha empoderado para el aquí y ahora. ¿Quién sabe a dónde nos llevará el que sigamos a Dios?

Shandon Klein es candidata certificada para ser ordenada presbítera en la Conferencia Anual del Norte de Texas de la Iglesia Metodista Unida. También es delegada a la Conferencia General. Actualmente sirve en la Primera Iglesia Metodista Richardson como ministra asociada y está terminando el primer año de su carrera doctoral en ética religiosa a través del programa de estudios religiosos de la Universidad Metodista del Sur. A Shandon le apasiona plantar iglesias multiétnicas haciendo un puente entre la academia y la iglesia local.

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