¿Cree usted que una persona tiene el poder de transformar el mundo? Creo que los cristianos nos esforzamos por vivir vidas que causen impacto. A través de la fe, deseamos vivir vidas significativas que inspiren a la gente a nuestro alrededor. Sin embargo, ¿puede la fe individual de una persona inspirar verdaderamente al mundo? Quizá estemos inclinados a pensar que sólo la gente famosa, los políticos o las personas en una plataforma pública pueden influir en el mundo. ¿Puede una sola persona realmente producir cambios en el mundo?
En junio pasado, mi mamá me llamó para contarme que Nana estaba enferma y que probablemente sólo le quedaba como un mes de vida. Nana vivía en Pensilvania, mientras que mi familia vive en Tennessee. De modo que, sabíamos que probablemente no podríamos decirle adiós en persona. A causa de mi trabajo, no pude viajar para darle un último abrazo antes de su fallecimiento.
Toda su vida, Nana vivió en Carlisle, Pensilvania. Fue una mujer muy simple y vivió una vida modesta. En su vida, las cosas más importantes fueron su fe en Dios y su familia. Nana fue una metodista devota. Iba a la iglesia todos los domingos, cantaba en el coro, asistía a los estudios bíblicos y ayudaba en los eventos de alcance en su comunidad. Conoció al que sería su esposo en el coro de la iglesia. Juntos tuvieron dos niños y crearon un hogar amoroso que creció hasta llegar a ser la familia que hoy conocemos.
Nana tenía un pequeño círculo de amigos y familiares que amaba mucho. Jamás se interesó por irse de Carlisle –nunca entendió por qué nosotros nos fuimos. Cada domingo por la noche, la llamábamos para contarle lo que había ocurrido en la semana y saber cómo estaba. Siempre recordaba hasta los detalles de lo que le decíamos. Siempre me impresionaba que recordase el nombre de mi nueva amiga o de lo que estaba estudiando. Se preocupaba por todos los que entraban en contacto con ella, amigos y vecinos.
Una llamada transformacional
La última vez que la llamé por teléfono fue un domingo por la tarde. Sabía que la mayor parte del tiempo la pasaba durmiendo y que no tenía la energía para hablar con nadie. Así que, no esperaba que respondiese. Fue difícil llamarla porque no quería que me oyese llorar. Cuando finalmente tuve el valor de llamarla, respondió. Le dije que la amaba y la extrañaba. Le conté que me gradué de la universidad y que había conseguido trabajo. Me preguntó por mi perrito y si todavía masticaba mis lápices. Esto me hizo reír. Recordaba hasta las cosas más pequeñas. Entonces le dije una y otra vez que la amaba. Empezó a cansarse, así que me despedí y le dije que pronto hablaríamos otra vez.
Unas semanas más tarde, volé a Pensilvania para el funeral. Nadie en mi familia esperaba ver mucha gente asistiera al funeral puesto que Nana había sobrevivido a la mayoría de la gente de su círculo. Con todo, uno tras otro, amigos y vecinos llegaron a entregar sus condolencias y decirnos cómo Nana había tocado sus vidas. Había tanta gente. Nana jamás se esforzó por ser una figura de la fe, pero aquí estábamos en un salón lleno de gente que había sido tocada por su vida. Mi Nana tenía una fe calmada, una fe que tocó a la gente individualmente. Creo que así es como Jesús quiere que seamos.
Una influencia benéfica
Hoy pensamos que la gente que tiene más seguidores en los medios sociales son la gente con más influencia en el mundo. Pero Jesús fue muy influyente sin usar Twitter ni Facebook. Jesús transformó el mundo amando a una persona cada vez. Los Evangelios contienen muchas historias de cómo Jesús amó a la gente una persona a la vez.
En Lucas 10:25-28, Jesús nos dice que para poder tener vida eterna debemos amar al Señor nuestro Dios con toda nuestra alma, fuerza y mente. También debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Las Escrituras nos enseñan que si buscamos a Dios, encontraremos a Dios. Cuando encontramos a Dios, empezamos a conocer a Dios. Mientras más conozcamos a Dios, más lo amaremos a él y a la gente a nuestro alrededor.
La belleza de la salvación es que no sólo tiene el poder de transformar la vida de una persona, sino que tiene el poder de transformar comunidades y hasta el mundo entero. La forma en que Nana amaba a Dios y a su comunidad dejó una huella en los corazones de quiénes la conocieron. La vida de fe de mi Nana me inspira. Su legado es prueba de que si buscamos a Dios en forma personal y le permitimos que nos cambie internamente, podremos transformar para bien la vida de quienes nos rodean.
Madison Myers se graduó de la Universidad de Tennessee, Chattanooga, con un título en Mercadotecnia. Madison ha viajado a la mayoría de los parques nacionales de nuestro país y su meta es visitarlos todos.