El hacer comunidad es un “deporte de contacto”

La transformación de comunidades nos demanda tener un contacto cercano con la vida de la gente.
La transformación de comunidades nos demanda tener un contacto cercano con la vida de la gente.

“Si su iglesia cerrara sus puertas el día de hoy, ¿lo notaría la gente que no pertenece a su iglesia?” preguntaba un conferenciante durante un encuentro para revitalizar y plantar iglesias.

Si por un momento somos honestos con nosotros mismos —realmente honestos— la respuesta será que la mayoría de nuestras iglesias responderán “no”.

Muchas de nuestras iglesias están en una situación de sobrevivencia, apenas existiendo. Al pasar por estas circunstancias, tendemos a centrarnos en nosotros mismos. Tomamos decisiones para mantenernos a flote por algunos meses o algún tiempo.  

Buscamos alguna manera de mantener contentos a nuestros miembros. Gastamos todo nuestro tiempo en asegurarnos que sigamos con vida.

Cuando nos centramos demasiado en nosotros mismos, empezamos a perder contacto con la comunidad, con los vecinos y la realidad. Nos esforzamos tanto en mantener vivo el pasado que no vemos el presente y no somos capaces de ver lo que el futuro puede brindar. Nos preguntamos: “¿Por qué nadie viene a la iglesia?” Creemos que llenar el edificio con gente es la razón de nuestra existencia. Cuando sólo pensamos en sobrevivir y nos centramos en nosotros mismos, dejamos de conectarnos con la comunidad de la cual somos parte. En lugar de hacer conexiones, hacemos suposiciones.

Nos sentamos en las reuniones de comités y divagamos sobre cuál es la mejor manera de alcanzar a “esa” gente sin siquiera haber tenido una conversación con las personas que no pertenecen a la congregación.

Un plantador de Iglesias una vez me dijo que el ministerio es un “deporte de contacto”. El ministerio —y especialmente la plantación de iglesias— tiene que ver con hacer contacto con otros; conectarse con todos y cada uno; tiene que ver con conocer a la gente y a la comunidad.

Esto no lo puede hacer sólo la pastora.

¿Cómo conocemos a la comunidad?

Es cómico que algunas iglesias piden que se les envíe una pastora joven a su iglesia, para que esta pastora joven haga conexiones con otra gente joven de la comunidad. Sin embargo, estas iglesias también demandarán que la pastora mantenga horas de oficina todo el tiempo.

A la vez, la iglesia demandará que el pastor actúe como representante de la iglesia en la comunidad.

Ocurre que la mantención de horas de oficina es un modelo anticuado, en mi opinión.

El 99% de la gente que visita al pastor en su oficina son miembros de la iglesia. Bueno, confieso que acabo de inventar una estadística pero es cierto. Esta práctica es una forma de control y falta de confianza, a fin de garantizar que el pastor está realmente “trabajando”.

La iglesia debería dejar que el pastor se sumerja en la comunidad. Animen a su pastor a que tenga su oficina en la biblioteca de la ciudad, en un café local, o hasta en un bar. Si se dispone de algún dinero, que el pastor se haga miembro de la Cámara de Comercio o de otro club local.

Mejor aún, invite a su pastora a que lo acompañe, dando por sentado que podría decir que no porque tiene otros miembros de la comunidad con quienes conectarse. Su pastora quizá sea el teólogo local pero no tiene por qué ser el único representante de la congregación.

En Acts: A Theological Commentary on the Bible, Willie Jennings hace la siguiente pregunta: “¿A dónde nos guía el Espíritu Santo? ¿A la vida de quiénes nos guía?” Esta pregunta me sigue persiguiendo desde el día que la leí. Nos habla de cómo el Espíritu nos mueve, me mueve, a conectarme con otros y cómo siempre va en contra de mis deseos de aislarme. La pregunta de Jennings demanda que estemos activos. El Espíritu nos mueve a conectarnos con la gente.

Una de las razones por la que perdemos contacto con la comunidad es porque nos olvidamos del mandamiento de “Por tanto, id”. Adoptamos la cómoda posición de “esperemos para ver”. Ponemos en los hombros de la comunidad la responsabilidad de alcanzarnos a nosotros. Queremos que participen en lo ya estamos haciendo. Queremos que se unan a las conversaciones que ya tenemos. Queremos que vengan al viaje en el cual ya estamos marchando.

Pero si realmente queremos ser parte de la comunidad y si queremos ayudar a transformar a la comunidad, necesitamos participar en las cosas que la comunidad está haciendo. Tenemos que unirnos a las conversaciones que tiene. Tenemos que ver la manera de ser parte de su viaje. Por cierto, esto jamás será realidad cuando tomamos esa actitud de “esperar para ver” que necesita la comunidad.

¿Cómo transformamos nuestra comunidad?

La transformación de la comunidad no será una realidad, si sólo presuponemos lo que necesita. Esto nos lleva a tratar la comunidad como un proyecto y nos provee el falso complejo de que somos los salvadores.

Una transformación verdadera ocurre a través de nuestras relaciones, y las relaciones se dan a través de las conexiones. Para lograr estas conexiones, debemos sumergirnos en la comunidad. Tiene que ver con encarnar a Jesucristo para ser una presencia encarnada en la comunidad que servimos.

Joseph Yoo se mudó de la costa oeste para vivir feliz en Houston, Texas, con su esposa e hijo. Sirve en Mosaic Church, Houston. Visite josephyoo.com

Comunicaciones Metodistas Unidas es una agencia de la Iglesia Metodista Unida

©2025 Comunicaciones Metodistas Unidas. Reservados todos los derechos