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Cómo sentirse conectados espiritualmente: Una guía para padres de familia

Es todo un desafío poder encontrar un tiempo de quietud para la reflexión espiritual.
Es todo un desafío poder encontrar un tiempo de quietud para la reflexión espiritual.

¿Cuáles son las prácticas espirituales que la edifican y ayudan a estar conectada con Dios? Hay tantas prácticas espirituales que, si usted es como yo, quizá ya ha practicado a lo largo de los años. Algunas de ellas han crecido y menguado. Las prácticas comunes son la oración, meditación, estudio bíblico personal y en grupo, escribir un diario, la lectura, la asistencia a la iglesia, el recitar pasajes bíblicos u oraciones, etc.

Pero solo se trate de prácticas. Han sido confeccionadas para que sean usadas en una manera consistente y constante para que puedan producir crecimiento y transformación espiritual, de la misma forma que el ejercicio físico continuo resulta en salud y fuerza física. No se obtiene ningún beneficio si lo hacemos en forma esporádica.

Le doy un gran valor a las prácticas espirituales realizadas con regularidad. He hablado de ellas aquí y aquí.

No solo he sido una ávida buscadora y practicante de prácticas espirituales diarias, sino que en gran parte de mi vida adulta he tenido la costumbre de asistir a retiros espirituales por toda una semana realizados en monasterios y conventos. Estos viajes raramente sonaron divertidos a mis amigos y familiares, pero no puedo pensar en nada más rejuvenecedor y reparador. Abandonar lo atareado de mis responsabilidades diarias para deleitarme en la amorosa y dulce presencia de Dios es algo más placentero que vacaciones tropicales en un hotel de cinco estrellas.

Cuando no se tiene mucho tiempo

Claro que el convertirme en madre no solo interfirió con mi habilidad de irme a un retiro en solitud de todo un día (ni soñar una semana), sino que también ha interferido con mis prácticas espirituales regulares que eran una rutina como lo es la taza de café por la mañana —lo que también ha sido interrumpido.

Quienes han criado niños pequeños saben muy bien por qué sucede lo que digo. Para quienes no han tenido la experiencia, déjenme explicarlo lo más claro posible: Los niños son los más grandes consumidores de tiempo que Dios haya creado. No hay duda de que son una bendición, pero son bendiciones que devoran todo el tiempo.

Y ni siquiera mencionamos lo que ocurrió a los padres que ya tenían un déficit de tiempo, cuando llegó la pandemia, cuando se eliminaron todos los sistema de apoyo que les permitían malabarear hijos, carreras y vidas personales: escuelas, abuelos, patios de recreo, parques de atracciones, bibliotecas y más importante, comunidad. Casi imposible encontrar unos minutos para orar a solas. Tenía que usar ese precioso tiempo al ducharme.

Durante ese tiempo caótico de mi vida, me sentí alejada de Dios como nunca antes, lo que me llevó a pensar en los encuentros espirituales más significativos que tuve años atrás. Quería saber si podía reconstruirlos de alguna forma en medio del desierto espiritual.

Después de catalogar estas experiencias en un cuaderno, me desconcertó encontrar que todo lo que anoté ocurrió cuando estaba sola por un periodo de tiempo extendido. Pero esto es un tesoro muy difícil de encontrar para padres con niños pequeños.

Prácticas espirituales para padres de familia

Desanimada, acepté esta nueva realidad y seguí con mi vida. Pero un día descubrí algo sorprendente. Dirigía un grupo pequeño en mi iglesia usando un ejercicio parecido al examen diario de San Ignacio, e invité a la gente a que recordara aquellos momentos en sus vidas cuando sintieron la presencia de lo sagrado. Yo también participé, y todas las memorias que emergieron fueron tiempos con mi pequeño, realizando actividades que encontraba muy aburridas en esos momentos, como colocando un block sobre otro o al decir “bruuum” mientras rodaba un Hot Wheel sobre la alfombra. Al reflexionar, me di cuenta de que esos eran mis nuevos momentos para conectarme con Dios.

¡Dios todavía estaba conmigo! Dios todavía me encontraba y me edificaba y me decía que me amaba —su presencia simplemente había tomado una forma diferente de la que estaba acostumbrada cuando estaba a solas en alguna montaña. Este profundo entendimiento disipó mi creencia de que ahora era menos espiritual que en el tiempo cuando no tenía un hijo, cuando tenía la libertad de gastar horas con Dios en la quietud de la soledad.

 

Ahora entiendo lo que los teólogos y pastores quieren decir cuando hablan de lo sagrado de la vida diaria. Uno no necesita irse a un lugar retirado para encontrar a Dios, aunque es maravilloso si uno puede hacerlo. Dios revela su presencia a través de los momentos más triviales y monótonos del día: pelando papas, respondiendo a un email y hasta colocando un block sobre otro al jugar con un pequeño. Me parece que esto era lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Dejad que los niños vengan a mí”. Para él los niños tenían tanto valor o santidad que los líderes religiosos de su día.

Ya ha pasado más de un año desde que se desató la pandemia. Parece que mi familia y la sociedad poco a poco está volviendo al estado normal de antes de la pandemia. He podido separar algo de tiempo para mis prácticas de oración en la mañana, pero trato de ir despacio cuando me siento cansada o frenética. Ocasionalmente, mi hijo despierta más temprano e interrumpe mi oración. En lugar de frustrarme, lo acojo en mi regazo y sigo orando con mayor agradecimiento de tenerlo en mi vida.

Querida lectora, no importa dónde se encuentre en su vida, sea criando a los pequeños y luchando por encontrar tiempo para alimentar su vida espiritual, sin afiliación a ninguna religión o tradición religiosa, pero queriendo contactarse con Dios, o manteniendo una vida espiritual robusta y queriendo aprender más acerca de las prácticas espirituales, aunque ha pasado por varios períodos en que le ha sido difícil practicarlas. Como sea, quiero decirle:
  • Dios está con usted, no importa cuánto tiempo o poco tiempo tenga para dedicarlo a Dios.
  • Pero si puede dedicar tiempo para Dios, le recomiendo dos prácticas. Primero, busque algún tipo de comunidad espiritual con la que se reúna regularmente. Las comunidades tienen la capacidad de apoyarnos y edificarnos cuando no tenemos la energía o motivación para alimentar nuestra almas. Segundo, escoja una práctica para llevarla a cabo regularmente. Empiece de a poco. Sea lo más consistente que pueda. Mis prácticas favoritas son: la oración centradora, el examen diario y el estudio bíblico de Lectio Divina. Habrá momentos en que su pequeño la va a interrumpir. Cuando esto ocurra, acójalo en sus brazos y dé gracias a Dios por esta otra maravillosa práctica espiritual de su vida.

Writer and pastor Lydia Sohn

La Rvda. Lydia Sohn es una presbítera ordenada de la Iglesia Metodista Unida en la Conferencia California-Pacífico. Cuando la pandemia de Covid-19 empezó, Sohn dejó su nombramiento como pastora a tiempo completo para dedicarse a escribir blogs, escribir un libro y ser madre en su hogar para dos niños. Para más información vaya a www.revlydia.com.

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