¿Qué es la comunión o Santa Cena y por qué es una práctica tan importante para los cristianos?
En los primeros días del cristianismo, la gente que no era cristiana sospechaba que este nuevo culto cristiano estaba formado de antropófagos, porque en sus reuniones los cristianos hablaban de comer el cuerpo de Jesús y de beber la sangre de Jesús.
Fuera de contexto, eso suena desconcertante. Especialmente porque hoy todavía hablamos de comer el cuerpo de Jesús y de beber su sangre.
¿Quiere decir que somos caníbales?
En la tradición metodista unida, no creemos que el pan y el vino (o jugo de uva) sean literalmente la carne y sangre de Jesús. Pero creemos que Jesús se hace presente de alguna manera en el pan y el vino. Podría ser que Jesús está presente en nuestra memoria colectiva de la vida y resurrección de Jesús que invocamos a través del ritual de la comunión. Quizá Jesús está presente en aquellos que se han juntado en comunidad para compartir las tradiciones de Jesús. La comunión ha sido llamada un “santo misterio”. No hay duda de que al tratar de entender la relación exacta entre Jesús y los elementos de la Santa Cena nos llevará a entender por qué.
Celebramos la Cena del Señor para recordar la última cena que Jesús tuvo con sus amigos la noche antes de su crucifixión. En esa noche, Jesús les dio pan y vino, diciendo que esos alimentos eran su cuerpo y sangre, y que cuando sea que participaran en ellos, debían recordarlo. Hizo algo muy hábil, levantando los elementos normales de una comida y cooptando su consumo como un recordatorio.
En sentido general, estos elementos de la comunión son solo comida. Durante la cena de Jesús eran parte de los alimentos comunes: pan y vino. De modo que, cuando entregó estos alimentos a sus amigos, les sugirió “yo soy su sustento”. Hoy en día, cuando vemos el mensaje y la práctica de los cristianos en las culturas de todo el mundo, nos damos cuenta de que estos elementos de nutrición son diferentes que los alimentos que nos son familiares a nosotros o a Jesús. En varias culturas africanas, en lugar de pan se usa el fufu, que es una sustancia amilácea hecha de raíz de yuca molida. En muchas culturas del Pacífico, se usa la carne blanca del coco. Un sacerdote anglicano de Uganda hace notar que el vino de uva es muy caro en su área, así que usa jugos destilados de fruta, como el vino de maracuyá o pasionaria.
La diversidad en los elementos representativos de la comunión sugiere que hay algo especial que está ocurriendo: Si estos elementos representan el cuerpo de Cristo, entonces debemos ver la diversidad de todo el cuerpo. La mesa de la comunión, que incluyó a doce personas cuando Jesús instituyó el ritual, ha crecido en una forma indescriptible.
Invitados a la mesa
Es una hermosa idea: Cristo nos sustenta donde sea que estemos. Cristo nos sustenta a través de las cosas que están disponibles para nosotros. Cristo nos invita a una cena a través de los muchos medios disponibles, sean éstos obleas sin gluten y jugo de uva, o chips de plátano y jugo de guayaba.
En la tradición metodista unida, antes de recibir la comunión tenemos algunas palabras prescritas. Entre estas palabras está la invitación:
Cristo invita a esta mesa a todos los que lo aman, quienes sinceramente se arrepienten de sus pecados y buscan vivir en paz unos con otros.
Con estas palabras creemos que estamos invitando a todos a una mesa abierta. No se requiere ninguna membresía para recibir la comunión. Los parámetros son relativamente accesibles: uno simplemente debe querer compartir una cena con Cristo. Si uno desea aceptar la invitación, entonces la mesa está preparada.
Sí, incluso tú debes saber:
Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores; lo cual prueba que Dios nos ama.
Usamos estas palabras de seguridad en la preparación para la comunión. La Santa Cena ha sido llamada un medio de gracia. La gracia es la no merecida y amorosa acción de Dios. Así que, la comunión es una de las formas en que encontramos el libre amor de Dios.
¿Cómo encontramos la gracia en la comunión?
Hay varias maneras en que encontramos la gracia por medio de la mesa de la comunión. En la forma más simple, estamos recibiendo algo que valoramos sin condiciones de reciprocidad. No podemos devolver el regalo que recibimos en la comunión.
También estamos siendo unidos en una manera especial por la comunión. Debemos concebir la comunión como una comida, aunque para la mentalidad de América las porciones son realmente exiguas. Compartimos juntos una cena, lo que es un acto de intimidad, al punto de que algunos preferirían comer a solas que compartir una cena con alguien que no conocemos. Las cenas son una experiencia que une a la gente. Son momentos en que somos vulnerables. Al cenar juntos, compartimos un poco de lo que somos.
A menudo, deliberadamente llamamos la atención a esta experiencia que compartimos. Algunas partes de la liturgia de la Cena del Señor llaman la atención a la manera en que somos unificados a través de la comunión. Decimos que el pan que comemos viene de un solo molde de pan. Así como estas muchas porciones vienen de un solo pan, nosotros también somos un solo cuerpo.
Estamos unidos en un amor de familia. Puesto que somos una comunidad de amor, nuestra respuesta a la comunión debería impulsarnos a invitar a otros a la mesa. El don de la gracia de Dios no es solo para aquellos que reciben el pan y el vino. Es para todo el mundo. Tenemos el privilegio de compartir el gran don de Dios por medio de invitar a otros a que se nos unan en la mesa de la comunión.
Esto significa que debemos preocuparnos por aquellos que todavía no están en la mesa. Nuestra respuesta a la comunión puede considerarse como una invitación a ir en busca de aquellos que no saben que han sido invitados a la mesa, para invitarlos a que se nos unan.
En este sentido, la Santa Cena se convierte en un acto contra-cultural porque nuestra cultura contiene muchas cosas que incluyen movimientos de polarización, en los que la gente está dividida entre “nosotros” y “ellos”. Pero cuando nos sentamos juntos a la mesa, compartiendo de un solo pan, siendo llamados un solo cuerpo, es difícil sentirnos divididos.
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