Los monstruos representan una parte de la naturaleza humana que se ha distorsionado, como Drácula, la Momia, Freddy Krueger, Smaug, etc. Son espejos que reflejan lo peor de nuestra personalidad colectiva. Drácula representa nuestra necesidad de consumir a expensas de otros. El monstruo del Dr. Frankenstein representa el deseo de triunfar sin poner atención a las normas morales. El “adorable” Chucky de la película Child’s Play representa nuestro deseo de dominar completamente a otros.
En libros y películas, estos monstruos le roban la libertad a la gente porque sienten miedo. Cada uno tiene monstruos con efectos similares. Nuestros monstruos no nos dejan ser libres. Nos mantienen atados a hábitos que quisiéramos dejar.
¿Cómo luce tu monstruo personal? ¿Qué temes de lo que tu monstruo refleja de ti mismo?
¿Cuáles son los monstruos que llevas dentro?
Al centro de esta pregunta hay otra: ¿Qué temes de ti mismo?
Los monstruos de ficción causan miedo. Viven a causa de nuestros temores. Se puede decir lo mismo de los monstruos que llevamos dentro. Nuestro enojo, nuestra necesidad de controlar, la inmovilidad que sentimos por nuestras dudas, la apatía que mata la compasión, todas estas cosas viven gracias a nuestros temores.
El verdadero monstruo, el que acecha detrás de las manifestaciones de la peor parte de nuestro ser, es el miedo mismo. Nuestro monstruo es lo que sea que está dentro de nosotros que produce el temor que resulta en enojo, la necesidad de controlar, la parálisis de nuestro actuar o la imposibilidad de conectarnos con otros.
El monstruo se manifiesta de diferentes maneras. Para algunos, el monstruo no dejaría que empecemos algo nuevo en nuestras vidas por temor al fracaso. El monstruo podría ser una forma en la que mantenemos nuestra distancia de la gente porque nos sentimos incómodos con su cercanía. El monstruo podría manifestarse en una forma airada o irracional de responder a la gente a nuestro alrededor.
Seamos honestos, cuando estamos en los medios sociales con frecuencia no respondemos, pero no porque nos preocupa alguna persona, sino por algún miedo de que las ideas que alguien compartió sean más populares que las nuestras. El monstruo perpetúa los argumentos y el conflicto.
¿Cómo podemos vencer estos monstruos?
La clave está en enfrentar nuestros temores. La Primera Epístola de Juan 4:17-18 tiene un dicho famoso: “En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor”. Por lo general la gente cita la primera parte más que la segunda. El autor estaba tratando de aseguras a sus lectores de que no necesitan vivir temiendo el juicio de Dios. Dios ama tanto a la gente que no tomarán en cuenta sus pecados.
De la misma forma, que nuestro amor eche fuera muchos de nuestros temores. ¿Podemos amarnos a nosotros mismos tanto como Dios nos ama?
El primer paso es reconocer nuestros temores. ¿Qué temor vive dentro de ti?
Yo tengo miedo a ser rechazado porque dañaría mi ego, el cual admito es bastante frágil. Este miedo no me deja hacer cosas que podría llamar la atención a mi persona, cosas como cantar karaoke, empezar un canal en YouTube o compartir mis sentimientos con alguien cercano. Mi temor me hace distante, indiferente y me pone a la defensiva.
Tus temores y la forma en que se exteriorizan son dos cosas diferentes. Algunos temen perder seguridad o prestigio. Otros temen que no serán aceptados.
Si nos encontramos a punto de arremeter en contra de otros, podemos mostrar amor y experimentar amor si identificamos el miedo que es la raíz de tal conducta. A menudo encontraremos que la causa de nuestra ira tiene poco que ver con las acciones de otros, y mucho que ver con el temor que anida dentro de nosotros. El amor no destruye o remueve el temor sino que nos entrega una forma de responder a él.
En cuanto a mi miedo a ser rechazado, una respuesta de amor podría ser confiar en algunas personas y compartir mis sentimientos en vez de cerrarme. Recuerde la imagen que surgió en su mente cuando usted pensó en su monstruo personal. ¿Cómo sería responder al monstruo con amor? ¿Ve cómo se transforma el monstruo?
Para muchos, lo primero que debemos hacer para responder al temor es aceptar lo que dice 1 Juan 4:18, esto es, que Dios nos ama. Este es un amor que no rechaza, y esto significa mucho para la persona que teme ser rechazada. En otras palabras, Dios te ama y no hay nada que puedas hacer acerca de esto. Lo único que te queda es decidir cómo vas a responder a ese amor. Jamás serás rechazado, ni en tu peor momento. El amor perfecto echa fuera los monstruos. ¿Cómo vas a responder?
Ryan Dunn es ministro de Online Engagement for Rethink Church. Vive en Nashville, TN, con su esposa y suegra. Es diácono ordenado por la Iglesia Metodista Unida.
[Publicado 12 de octubre, 2018]