“Todos tenemos la misma descripción de trabajo: Encuentre un problema, resuelva el problema, pero no sea un problema”.
Una vez una sabia tutora que tuve mencionó esto en un momento de crisis en mi vida. En forma instintiva renuncié a mi trabajo sin tener otro trabajo esperándome. Pensé que no era tonta porque avisé que me iba cinco semanas antes, asumiendo que tenía tiempo suficiente para encontrar qué haría. Dios no me reveló cómo una cuenta de ahorros sin nada de dinero me sostendría a mí y a mi pequeño hijo durante y después de este período de confianza espiritual.
Inmediatamente después de haber renunciado a mi trabajo encontré el anuncio del trabajo soñado para mí. En ese momento había estado esperando que apareciera un trabajo como ese por quince años. Postulé al trabajo soñado de Directora Ejecutiva de una organización que sirve a los sobrevivientes de la violencia. Logré ser entrevistada por la Junta Directiva de la organización.
Primero sentí gozo, después orgullo y después terror. ¿Qué podría decirle a la gente de la junta para convencerlos que me dieran el trabajo? ¿Sería ahora capaz de cumplir mi propósito?
Mi amiga sabia, con más años y experiencia que yo, me dijo que no debía intimidarme por la entrevista o el proceso. Me explicó que todos los trabajos son esencialmente lo mismo. Sea un trabajo temporal o una larga carrera, nuestro trabajo es ayudar. Mi “trabajo” durante la entrevista era comunicarles cómo podría ayudar a la organización a cumplir su misión y propósito exitosamente.
Nuestros trabajos pagados están conectados con frecuencia a nuestro sentido de propósito. En nuestro más grande propósito o llamamiento espiritual, nuestra responsabilidad es ayudar a que se cumplan las metas y propósitos que son más grandes que nosotros. En el trabajo y en la vida, nos preguntamos si estamos produciendo cambios, cumpliendo propósitos y gozando de la vida. Cuando creemos que no estamos siendo efectivos –realizando nuestro mejor trabajo, ayudando a la gente o viviendo nuestra mejor vida– nos movemos a otra cosa. Y eso es lo que hice cuando salté del barco antes de tener lista una balsa para mi vida.
Allí estaba en este tiempo de figurar qué hacer. Sabía que el trabajo social era satisfactorio, pero también que era en gran parte ingrato y cada vez más difícil. Al principio de mi carrera, nadie me advirtió sobre el agotamiento, el trauma secundario o la fatiga de compasión que sufren los asistentes sociales. Por cierto que no había sido educada en cuanto a cómo ayudar y apoyar a mi personal en estos problemas. Empecé a cuestionarlo todo. ¿Estaba realmente hecha para este trabajo? ¿Era el tiempo para perseguir este trabajo de ensueño para guiar por mí misma a toda una organización, o debía más bien esperar y buscar un trabajo más cerca de mi casa, con menos responsabilidad y dentro de mi zona de comodidad? ¿Tenía un propósito todavía?
El encontrar el propósito de tu vida no ocurre en un solo evento. Es un proceso de por vida. Quizá hayamos oído que “Dios tiene un plan más grande” y que nosotros tenemos una pequeña parte en dicho plan. En nuestras propias vidas, lo que hacemos para el trabajo, creatividad, justicia y misión nos consume. Buscamos saber que el gasto de nuestros talentos, energía, tiempo y trabajo está produciendo el cambio para el cual estamos destinados a producir. Es algo que evaluamos constantemente mientras cambiamos y crecemos.
¿Cuál es mi propósito o llamamiento?
Cuando se haga esta pregunta, considere la “descripción de trabajo” que mi sabia amiga me dio.
Encuentre un problema. ¡Es tan fácil encontrar problemas! El mundo tiene una causa o problema que cautivará su corazón. Usted sueña o tiene pesadillas al respecto. Usted desea ayudar de inmediato. Cual sea el problema o dondequiera que esté la gente que necesita ayuda, allí es donde se le está llamando. En tanto usted sienta la pasión, es parte de su propósito.
Pregunte a tres personas que la conocen bien qué creen que sea su pasión en términos de ayudar a otros o de resolver los problemas del mundo. Considere lo que le digan. Compárelo con la forma en que usted ve su propio corazón para quienes la rodean.
Resuelva el problema. Usted tiene una respuesta al “problema” que da sentido. Usted quiere librar al mundo de este peligro. Usted sabe lo que necesita la gente que enfrenta el problema. Puede que usted quiera inventar algo, educar o hablar acerca del problema. Usted quiere unirse a la labor que otros están haciendo para que sea mejor. Usted es parte de la solución. Esta labor para el bien la está llamando.
No sea un problema. Nadie quiere que las cosas empeoren, así que considere su propósito ser la persona cuyo trabajo será eliminar el desafío, preocupación o dificultad. Usted quiere que su presencia haga las cosas más fáciles no más difíciles.
Este punto puede ser espinudo. Casi por definición, la persona que identifica un problema y trabaja para resolverlo con frecuencia es vista como el problema. Por ejemplo, gracias a los sindicatos, los trabajadores hoy tienen cinco días de trabajo estándar en lugar de trabajar siete días y 100 horas. Los organizadores de sindicatos que lucharon por salarios justos y condiciones seguras de trabajo fueron amenazados con despidos y hasta con violencia pues se les tenía como agitadores. No buscaban ser “un problema”, pero para producir cambios tuvieron que desafiar a las corporaciones.
Sea que su propósito o llamamiento la lleve a derribar un orden opresivo, cambiar la estructura establecida o avanzar en cierta dirección, asegúrese que lo hace por una visión y razón claras. Cuando sea posible, sea creativa en la forma que hace el cambio. Incluya la visión y talentos de otras personas para que su labor sea mejor. Atraiga a los demás en lugar de alejarlos. En todo momento tenga en mente el bienestar de todos. No se centre en su propia promoción personal ni ponga sus propias necesidades por sobre las de otros. Que sus acciones siempre apunten al bien mayor.
Piense en las formas en que la gente le ha dicho que usted les ayudó. ¿Entrega usted buenos consejos? ¿Es creativa al solucionar problemas? ¿Es capaz de organizar rápidamente a un gran grupo de gente por la web o en persona? Esto podría ser parte de sus labores.
Cuando me entrevistaron me esforcé al máximo. Expliqué mis ideas para resolver algunos de los problemas más difíciles. Comuniqué mi pasión por la misión y me comprometí a trabajar con la comunidad para ayudar a que la organización cumpla sus metas. ¡Obtuve el trabajo con el 100% de los votos de la junta!
En tanto estemos con vida, la vida seguirá cambiando. Las circunstancias cambian. Nosotros cambiamos. Nuestros propósitos y llamamiento podrían cambiar, pero el trabajo es el mismo: ayudar a otros y hacer que el mundo sea un lugar mejor. Nuestro verdadero trabajo consiste en descubrir cómo hacerlo.
Nicole Kirksey es autora de The G.O.D.A.S.S.E.T.S.: God's Investment in You and What to Do With It. Para recursos que le ayuden a encontrar su propósito y llamamiento, visite www.CoachNicole.com.