A muchos nos sorprende cómo este tiempo de distanciamiento social y el cambio de nuestras dinámicas sociales ha alterado nuestra percepción de muchas cosas que antes considerábamos mundanas y comunes. ¡Hoy ir al supermercado es todo un evento!
Nuestras antiguas presuposiciones también han cambiado. Por ejemplo, cuando un amigo me preguntó de lo que pensaba de una historia familiar, mi reacción no fue familiar.
Un texto difícil
¿Qué piensa usted de esta interacción?
Partiendo de allí, Jesús se retiró a la región de Tiro y Sidón. Una mujer cananea de las inmediaciones salió a su encuentro, gritando: —¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada. Jesús no le respondió palabra. Así que sus discípulos se acercaron a él y le rogaron: —Despídela, porque viene detrás de nosotros gritando. —No fui enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel —contestó Jesús. La mujer se acercó y, arrodillándose delante de él, le suplicó: —¡Señor, ayúdame! Él le respondió: —No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros. —Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. —¡Mujer, qué grande es tu fe! —contestó Jesús—Que se cumpla lo que quieres. Y desde ese mismo momento quedó sana su hija (Mateo 15:21-28).
He leído este pasaje como cien veces y nunca me sentí cómodo con él. ¿Por qué Jesús la llama “perro”? Esta interacción no parece reflejar la buena naturaleza de Jesús. En el pasado tenía una explicación: Jesús la estaba probando, para asegurarse de que su fe era real y no una petición histérica provocada por la desesperación. La mujer pasó la prueba porque dio una respuesta medida, inteligente y fiel.
Pero hoy no estoy tan seguro de que Jesús estaba probando a la mujer. Quizá respondió así porque esa era la situación de Palestina en el primer siglo. Quizá esta historia nos provee una mirada a la naturaleza humana de Jesús. Vemos aquí a un Jesús del todo humano que despliega algo del cansancio de nuestra humanidad quebrantada.
Aislado pero no solo
Este tiempo es como ningún otro. La amenaza del virus y nuestro miedo interpersonal nos distancia unos de otros. Estamos desconectados. Raramente veo a mis amistades. No he asistido a un servicio de adoración en persona por seis meses. Aunque trato de conectarme con otros, las reuniones virtuales y los mensajes por la red social se sienten poco reales. Algo falta. A pesar de todo el esfuerzo me siento desconectado.
En este tiempo en que casi estoy del todo desconectado, el que Jesús fuera plenamente humano y que compartiera mis experiencias es algo significativo. Jesús era como yo. Jesús está conmigo.
Juan Wesley tenía un cuarto en su casa dedicado a la oración y el estudio bíblico. Foto por Kathleen Barry, Comunicaciones Metodistas Unidas.
Una mirada a la humanidad de Jesús me recuerda que no atravieso solo por mis circunstancias únicas. Este período truncado me cansa, así como Jesús se cansó del quebrantamiento que lo rodeaba. Anhelo ver más afinidad humana. Hemos leído varias historias en que Jesús quería lo mismo. Algunas veces quiero estar a solas, otras no. Algunas veces me siento frustrado, otras veces estoy gozoso. Tenemos historias de Jesús experimentando lo mismo.
Trayendo nuestra experiencia al texto
Aunque he leído varias veces estas historias de Jesús, el leerlas otra vez cobran significado. Nos recuerdan de la existencia humana y física de Jesús.
En estos momentos, estas historias cobran nuevo significado.
Como metodistas unidos, se nos anima a leer la Biblia regularmente. Juan Wesley nos exhortó claramente: “Te guste o no, lee y ora todos los días” (carta de Juan Wesley a John Premboth, 17 de agosto de 1760).
Volvemos a estas historias porque nos hablan de nuevo en nuestras circunstancias cambiantes. Traemos un nuevo entendimiento a las historias, y ellas nos dan una nueva comprensión.
Consejos para leer
Juan Wesley nos entregó algunas recomendaciones para leer la Biblia que nos pueden brindar más frescura en la práctica. Parafraseo sus recomendaciones en su prefacio al Antiguo Testamento:
- Aparte un tiempo regular y deliberado para leer. Wesley recomendaba leer en la mañana y al atardecer.
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Mantenga una porción manejable de lectura. Si tiene tiempo, lea del Antiguo y Nuevo Testamento, pero no trate de leer mucho porque se sentirá una carga.
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Lea buscando la voluntad de Dios. Cuando usted se dé cuenta de lo que Dios comunica en el texto, póngalo en práctica.
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Pregúntese cómo es que el texto se conecta con los grandes temas teológicos del pecado original, la justificación por la fe, el nuevo nacimiento, la santidad interior y exterior. ¿Cómo nos mueve el texto de un lugar de quebrantamiento a un lugar de perfección cristiana?
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Ore antes de leer, al leer y después de leer.
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Deténgase a reflexionar en lo que ha leído. Que esta práctica de la meditación lo lleve a la acción inmediata.
Con estos nuevos lentes de las recomendaciones de Wesley y la situación presente, de seguro que encontraremos nuevos significados en la palabra de vida. Más importante, nos sentiremos conectados tanto a Dios como a nuestra común humanidad.
Ryan Dunn, es ministro de involucramiento por la web de Rethink Church, que opera desde Comunicaciones Metodistas Unidas, Nashville, Tennessee. Contáctese por email.