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La vida en América para una americana de piel castaña

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De seguro que usted ya sabe lo que está ocurriendo en los Estados Unidos respecto a la inmigración, y más específicamente la inmigración de la población latina o hispana. Este es un tema complejo que no entiendo completamente. Yo no soy inmigrante. Mi familia no es inmigrante. De hecho, toda mi familia son ciudadanos nacidos en los Estados Unidos por más de cien años. Así que, hay mucho en este problema que no entiendo porque nunca tuve que enfrentarlo. Sin embargo, como vivo en el sur del país, muchas de las cosas que afectan a los inmigrantes y a los inmigrantes indocumentados me han estado afectando a mí también por el sólo hecho de que mi piel es castaña, mi pelo oscuro, tengo ojos castaños y hablo español. 

Luzco hispana y hablo español porque mi familia es de Puerto Rico. Aunque nací en una base militar en St. Bernard Parish, Louisiana, me considero portorriqueña. Mis raíces están en Puerto Rico y estoy orgullosa de mi herencia. Como ya lo dije, todos los miembros de mi familia han sido ciudadanos desde hace 102 años. En 1917, Puerto Rico pasó a ser territorio americano a causa de la ley Jones que concedió la ciudadanía a la isla. En términos legales, mudarse de la isla al continente no es inmigrar. Es lo mismo que moverse de un estado a otro. Problemas de inmigración y de documentos son cosas de las cuales jamás me preocupé. Incluso viviendo toda mi vida en el sur del país solo experimenté el prejuicio y racismo “normal”. Escuché cosas como “habla inglés, esto es América”, o “¿Acaso Puerto Rico es parte de los Estados Unidos?” Tengo que admitir mi ignorancia que duró hasta mi adolescencia, pues creía que “la tarjeta verde” era una tarjeta de crédito. Mi ignorancia en cuanto a la inmigración desapareció el año 2016.

¿Qué ocurrió en 2016? Donald Trump fue elegido presidente de los Estados Unidos de América. La mañana después de la noche de la elección, fui al aeropuerto para tomar el avión. Viajo con frecuencia, y el pequeño aeropuerto de mi ciudad estaba desolado a las cuatro de la mañana. Al pasar por seguridad, me alegré de que fuera la única persona pensando que pasaría rápido por seguridad. Al acercarme al oficial, que era un hombre blanco de edad, le pasé mi licencia y tarjeta de embarque. Me miró de arriba hacia abajo, y sin mirar mis documentos, me dijo: “Haz sido seleccionada al azar para un examen de drogas”. Lo miré como diciendo “¿qué broma es esta?” Tuve que colocar mis manos por una máquina que dio resultados negativos.

Finalmente, miró mi licencia y tarjeta de embarque, pero seguía mirando mi licencia como si no estuviera seguro de que era legítima. Miró la foto en la licencia y me miró la cara varias veces para asegurarse que era la misma persona. El proceso tomó como quince minutos, y pensaba “las cosas ya no van a ser como antes porque no luzco como si hubiera nacido en los Estados Unidos”.

Desde se entonces, he tenido experiencias como esta con más frecuencia. La retórica anti-inmigrante sigue creciendo y ICE parece haber declarado “temporada de caza” de la gente hispana-latina de piel castaña. Así que, se ha formado un ambiente de peligro y ansiedad. Las noticias informan que ICE ha arrestado y detenido a ciudadanos americanos durante sus redadas. La gente con documentos es acusada de haberlos falsificado. Hasta se han registrado deportaciones injustas de ciudadanos americanos.

Casi todos los hispano-latinos nacidos en nuestro país ahora llevan consigo su licencia, pasaporte, certificado de nacimiento y otra identificación. Además de estos documentos, llevo conmigo mi antigua identificación universitaria y mi identificación como dependiente de un miembro de las fuerzas armadas.

He tenido que estudiar acerca de las leyes de inmigración, pues si me toman por inmigrante indocumentada necesito saber cuáles son mis derechos en dichas circunstancias hasta haber probado que soy ciudadana. Mi familia y yo hemos planeado qué hacer en el caso de que ICE detenga a uno de nosotros o, peor, lo deporte. Es increíble que haya tenido que hacer un plan para evitar ser detenida o para saber qué hacer si me deportan. ¡Es una locura! No estoy exagerando o reaccionando más de la cuenta. Esa es la realidad en la que vivimos hoy en nuestro país, así que no tengo el lujo de mantenerme ignorante.

Algunas veces las injusticias tienen que afectarlo a uno personalmente para que uno se levante y haga algo. Como ciudadana americana, por medio de mi voto y mi abogacía abogo por mis hermanos latinos, legales o ilegales. Estoy consciente de mi privilegio, no sólo en cuanto al lugar de mi nacimiento. Porque soy ciudadana, hay lugares que son mucho más seguros para mí que para mis hermanos hispano-latinos indocumentados. Estoy determinada a usar esos espacios a fin de levantar sus voces, necesidades y luchas.

Como cristianos estamos llamados a abogar por los oprimidos y defender a los humildes. Los metodistas unidos están entre los más activos seguidores de Cristo que desarrollan soluciones a los problemas más difíciles que hoy enfrentamos como sociedad. ¿Quiere usted hacer algo acerca de los problemas del mundo? Haga un clic en el enlace.


Michelle Maldonado es Directora de Seeker Communications en Comunicaciones Metodistas Unidas.

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