La creación de Dios: repensemos las discapacidades

Si creamos un entorno acogedor para las persona discapacitadas, la iglesia y sus miembros podrán disfrutar los dones y bondad de todos.

Si hay gente en la congregación que se siente sola y aislada, entonces hay algo que está mal con la iglesia a la que asisten.

Lamentablemente, esto es lo que experimenta mucha gente discapacitada, incluso en la Iglesia Metodista Unida. No ocurre a propósito, pero ocurre.

“Cuando tenemos una reunión de cuidado pastoral, el problema que escuchamos a menudo es que la discapacidad es una experiencia que hace que la gente se sienta sola y aislada”, dice el Rev. Justin Hancock, diácono de la Conferencia Texas Norte y que sufre de parálisis cerebral. Hancock es cofundador de The Julian Way, una organización que trabaja para crear “entornos en los que personas de todo tipo físico puedan trabajar en liderazgo y equidad a través de toda la vida humana”. También escribió un libro con el mismo título, The Julian Way.

El nombre viene de Juliana de Norwich, una autora mística que nació en 1342 y escribió algunas de las más antiguas obras escritas por una mujer.

“Uno de los principios fundamentales… de su obra es que toda la creación de Dios es la buena creación de Dios”, decía Justin. “De modo que, las cosas que el resto del mundo presenta como discapacidades, nos hacen pensar que son discapacidades y que vienen con dificultades. Pero también son marcas de la creatividad de Dios y, si toda la creación de Dios es buena, entonces hasta las cosas que definimos como discapacidades son buenas y pueden producir buenos frutos por el poder de Dios”.

Accesibilidad

Hay mucho por hacer para poder revisar cómo la iglesia se relaciona con la discapacidad. Un ejemplo: ¿Cómo podría un pastor discapacitado liderar una iglesia, si no puede subir al púlpito?

“Tenemos iglesias que pueden acomodar a un pastor discapacitado”, dice Lisa Hancock, directora de las artes de adoración en Ministerios de Discipulado Metodistas Unidos y cofundadora con su esposo de The Julian Way”.

“Pero la gran mayoría de las congregaciones de la Iglesia Metodista Unida son muy antiguas y rurales, de modo que no tienen los recursos para tener edificios accesibles”

La denominación tiene el Disability Ministry Committee que ayuda a algunas congregaciones a enfrentar los desafíos, pero carece de los fondos para satisfacer las necesidades de todos, dice Lisa.

Añade: “Creo que esto continúa siendo un verdadero problema. No solo está el problema de la accesibilidad física, sino que falta la apertura para pensar que esta persona puede realizar el trabajo”.

No hacer daño

Algunas personas ven las discapacidades como un castigo por algún pecado, agrega Lisa.

“Cuando una persona vive siendo formada por un cuerpo incapacitado todo el tiempo, se crea mucha tensión y daño dentro de ella”, dice Lisa. “De modo que, ¿por qué el discapacitado va a asistir a la iglesia, cuando las iglesias son lugares que le dicen que no es lo suficientemente adecuado? Pero ocurre que la gente discapacitada tiene muchos dones y recursos que dar a la iglesia”, nos dice.

“Pero si los edificios físicos, las actitudes y la teología no se prestan para empoderar a los discapacitados para que usen sus dones, se irán a otro lugar”, añade. “Es muy cansador ser cada día parte de la comunidad discapacitada en un mundo que no está equipado para permitir que el discapacitado funcione”.

La obra de los Hancock a través de The Julian Way busca abordar estas circunstancias por medio de entrenamiento y recursos para que la iglesia logre tener más éxito en acomodar a personas discapacitadas.

Justin pregunta: “¿Cómo sería si la comunidad cristiana satisficiese las necesidades de las personas discapacitadas? ¿Cómo podríamos cerrar la brecha de la soledad de tener que negociar el sistema de salud del gobierno?”

Se ha empezado a probar un curso de tres horas para ayudar a las iglesias a hacer una mejor labor respecto a los miembros discapacitados. Cuando el curso esté listo, se planea llevarlo a las iglesias y conferencias.

Experiencia personal

Justin mismo es un ejemplo vivo de alguien que era discapacitado y, sin embargo, ha prosperado dentro y fuera de la iglesia.

Nos cuenta: “Para alguien que ahora realiza un trabajo de abogacía bastante intenso, tuve una crianza tremendamente normal. Desde una edad muy temprana nunca hubo una sensación de que no podía hacer nada a causa de mi parálisis cerebral”.

Justin era el único hijo discapacitado de su familia.

“Mis padres siempre respetaron mi discapacidad y siempre me dejaron experimentar la diferencia y la manera en que me afectaba como persona única, pero jamás se vio como algo que me limitaría. Mi discapacidad es útil cuando aconsejo a otros”, dice.

Justin tiene una broma que dice cuando aconseja y entrena a otros. La broma dice: “¿Conocen esos viejos comerciales del Club de Cabello para hombres de la década de 1980? Yo digo que no solo soy el fundador sino el cliente”.

Jim Patterson es escritor independiente que vive en Nashville, Tennessee. Contáctese con él vía email.

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