Puede ser abrumador sentir que la fe depende totalmente de nosotros. Podríamos sentirnos tentados a tomar la actitud de tómalo o déjalo. También podríamos sentir que no tenemos suficiente fe. De modo que, es refrescante saber que la fe no empieza con nosotros o con lo que creamos o hagamos.
Crecí en la iglesia, donde me fijé que con frecuencia se hablaba la fe. Pero siempre se hablaba de la fe como si fuese mi responsabilidad: “No tienes suficiente fe… debes tener más fe… sé más fiel… camina por la fe, no la vista”, etc.
A veces, se sentía abrumado de tener que cargar con todo eso yo solo.
En el seminario, escuché a un predicador que habló de la fe en una forma que jamás había oído. Habló de una manera que alivió el peso de tener que cargar con de la fe. El predicador preguntó: “¿Te has preguntado alguna vez por qué, en Marcos, los discípulos lo abandonaron todo, sus medios de vida y sus vidas, para de inmediato seguir a Jesús?”
Esto se debía a que los niños varones de Israel aprendían la Tora a partir de los 6 años por cuatro años. A los diez años, los estudiantes ya habrían memorizado toda la Tora (gracias a los celulares ahora ni siquiera puedo memorizar números telefónicos). A los diez años, los estudiantes también mostrarían quiénes eran: los que eran excelentes estudiantes, los que tenían que esforzarse y el resto.
Los que se destacaban en la escuela se graduarían para pasar a la otra etapa de la educación, mientras que el resto volvería a casa a ocuparse en el negocio de la familia. Los que se mantenían en la escuela pasarían a aprender el resto de la Escritura. Al terminar esta etapa, los estudiantes postularían a ser discípulos de un rabino.
La meta de un discípulo no era solo aprender todo lo que el rabino sabía, sino que llegar a ser tal como el rabino.
El estudiante se acercaría al rabino para pedirle que lo acepte como discípulo. El rabino interrogaría al futuro estudiante respecto a la Tora, los profetas, la ley, etc. Como la reputación del rabino estaba en juego, éste no podía aceptar a cualquier estudiante.
Si el rabino sentía que el estudiante no calificaba para ser uno de sus discípulos, lo mandaría de vuelta a casa para aprender el negocio de la familia. Pero si el rabino veía potencial en el estudiante, le diría: “ven, sígueme”.
Entonces el estudiante lo dejaría todo —familia, amistades, hogar— para seguir al rabino, para llegar a ser como el rabino.
Todos ansiaban escuchar las palabras: “Ven, sígueme”.
El qe los futuros discípulos de Jesús estuviesen pescando indicaba que jamás fueron elegidos por un rabino. Se consideró que no estaban a la altura de un rabino. De modo que, sorprende que este nuevo rabino se dirigiera a ellos con las palabras “sígueme”, implicando “ustedes pueden llegar a ser como yo”.
Esta fue una segunda oportunidad para que estos pescadores llegasen a ser algo más que pescadores.
La fe para caminar sobre el agua
Esta historia nos explica por qué Pedro pensó que podía caminar sobre el mar. Como discípulo, la meta de Pedro no fue solo aprender todo lo que Jesús le enseñara. Pedro quería ser como Jesús. Si Jesús caminaba sobre el mar, Pedro creía que él también podría hacerlo.
Pedro vio a Jesús caminando sobre el mar, y Jesús lo invitó a venir (Mateo 14:22-33). Pedro empezó muy bien pero pronto sucumbió al miedo. Jesús tuvo que rescatarlo.
“Hombre de poca fe. ¿Por qué empezaste a dudar”, le preguntó Jesús, lo mismo que los pastores más jóvenes me preguntan.
¿Pero qué dudo Pedro? ¿Dudó de Jesús? No lo creo. Pedro dudó de sí mismo. Pedro tenía poca fe en sí mismo. Dudó que pudiese ser como Jesús.
En los evangelios, vemos situaciones en las que Jesús se frustra con sus discípulos. Pero la fuente de su frustración no fue que fuesen incapaces o incompetentes. No, Jesús se frustraba de que fueran muy capaces y que, a la vez, no tuviesen confianza en sí mismos. Jesús sabía que eran competentes, incluso cuando ellos no se daban cuenta de ello. Es por eso que los llamó. Es por esto que les confió la tarea de continuar su ministerio.
Jesús creía en ellos. Tenía fe en ellos.
¿Quién es elegido?
Jesús dijo a sus discípulos (incluyéndote a ti):
“No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes” (Juan 15:16 NVI).
Jesús creía en ellos, tenía fe en ellos.
Jesús te llamó; Jesús te invitó; Jesús te escogió porque Jesús cree que tú puedes ser tal como él.
Se te ha invitado a asociarte con Dios para recrear y transformar tu mundo. Dios te invita a esta sociedad porque sabe que eres diestro, incluso si tú no lo ves. Según Dios, tú eres capaz de realizar maravillas.
Debemos concluir que nada de lo que Dios ha creado se desperdicia. Dios tiene fe en ti. Dios cree en ti.
Durante mi adolescencia se me dijo que debía tener fe. A menudo me reprendían cuando la gente percibía que me faltaba la fe.
Dios tiene fe en ti
Quiero recordarte que Dios tiene fe en ti. Así como tú tienes fe en Dios, Dios tiene mucha más fe en ti. Dios te invita a realizar cosas extraordinarias porque Dios sabe lo que puedes realizar.
Por tanto, recrea y transforma tu mundo en el nombre de Jesucristo. Se te invita a esta labor porque Dios sabe que eres capaz. Aunque tengas fracasos, Dios sigue invitándote a seguir adelante. Cuando tu fe vacile, la fe que Dios tiene en ti sigue firme.
Se te ha invitado a ser discípulo de Jesús porque él cree que tú puedes llegar a ser como él.
Joseph Yoo se mudó de la costa oeste para vivir feliz en Houston, Texas, con su esposa e hijo. Sirve en Mosaic Church, Houston. Visite josephyoo.com.