¿Sabía usted que aquellos que hablan de sí mismos usando la tercera persona muestran una mayor capacidad de perseverancia y paciencia? Es cierto. Trate de hacerlo… quizá primero no lo haga en voz alta, sino como un diálogo interno. Es más probable que al usar la tercera persona, usted encuentre más fácil decir cosas buenas o reafirmantes de usted mismo.
La revista Psychology Today publicó un artículo que sugiere que el mismo truco funciona con los niños. Lo mismo ocurre cuando uno invita a los pequeños a que se vistan de Dora la Exploradora o Batman. El proceso se conoce como distanciamiento de uno mismo. Permite que los niños se desconecten de sentimientos negativos de duda y aburrimiento, y los invita a identificarse o canalizar rasgos positivos del personaje que están interpretando.
(Lamentablemente, el estudio solo se condujo con niños. Si usted quiere hacer un estudio por medio de ir a su trabajo vestido de Batman, por favor mida los resultados cuidadosamente y envíelos a mi dirección email al pie de página, incluyendo fotos).
Con tus manos me creaste, me diste forma.
Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.
Los que te honran se regocijan al verme,
porque he puesto mi esperanza en tu palabra. (Salmo 119:73-74, NVI)
Aunque los Salmos se escribieron miles de años atrás, todavía se aplican a nosotros. Tienen pertinencia porque nos suplen con palabras cuando nos faltan nuestras propias palabras. Nos hablan en momentos de dolor. Nos proveen de palabras en momentos de duelo, o para quejarnos contra Dios o para celebrar con él. Nos hablan de la naturaleza de Dios. También nos dicen cosas en cuanto a nosotros mismos. A veces, los Salmos nos ponen en nuestro lugar, recordándonos que Dios es Dios y no nosotros. Pero los Salmos también nos entregan palabras de consuelo, perseverancia y diligencia. Algo parecido a las palabras que usaríamos en tercera persona para referirnos a nosotros mismos… o al asumir el papel de Batman o Mujer Maravilla.
En lugar de animarnos a través de fantasías o de adoptar algún personaje, los Salmos nos proveen palabras de identidad. Nos dicen quiénes somos. Los Salmos no nos animan por medio de dejar que nos veamos a nosotros mismos como si fuéramos otras personas. Más bien, nos reaniman dejando que nos veamos a través de otra persona.
13 Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre.
14 ¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!
15 Mis huesos no te fueron desconocidos cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la tierra era yo entretejido.
16 Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba ya escrito en tu libro;
todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía uno solo de ellos.
17 ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos!
¡Cuán inmensa es la suma de ellos!
18 Si me propusiera contarlos, sumarían más que los granos de arena.
Y si terminara de hacerlo, aún estaría a tu lado. (Salmo 139:13-18, NVI)
Los Salmos nos entregan la forma en que Dios nos ve. Al leer los Salmos, captamos un vistazo de nosotros según la perspectiva de Dios. Cuando esto ocurre, se produce cierto autodistanciamiento. Salimos de nosotros mismos para ver una perspectiva nueva o diferente. Esta es la perspectiva de nuestro creador. Es la perspectiva que nos ve como criaturas de valor, dignas de ser amadas, con nuestras propias capacidades, llenas de fuerza divina.
5 Tú, SEÑOR, eres mi porción y mi copa;
eres tú quien ha afirmado mi suerte.
6 Bellos lugares me han tocado en suerte;
¡preciosa herencia me ha correspondido!
(Salmo 16:5-6 NVI)
Los Salmos nos dan la perspectiva que a menudo tenemos nosotros acerca de nuestros pequeños, la cual nos induce a pronunciar palabras hermosas, maravillosas y pertinentes acerca de nuestros hijos. Nuestra sociedad tiende a entregarle a los niños retroalimentación basada en sus logros. Los Salmos nos recuerdan que nuestro valor no procede de lo que logramos. Nuestro valor es un regalo que nuestro Dios nos concede a través del amor.
Tengo la tendencia de dejar mensajes para mí en el espejo del baño. Es un lugar a donde van mis ojos con frecuencia —interpreten esto como quieran. Algunos días es un lugar en el que me vendría bien un refuerzo positivo —esos días en que no me siento bien con quien me mira en el espejo. El espejo del baño es un buen lugar para auto distanciarse de uno mismo e invitar alguna perspectiva a través de los ojos del amor. Las palabras de los Salmos que pongo en el espejo del baño interrumpen mis momentos en que dudo de mí mismo o me siento ansioso. Quizá usted pueda encontrar algún lugar que lo interrumpa; un lugar donde las palabras de los Salmos le ofrezcan cierto auto distanciamiento saludable. También podría haber un lugar donde sus niños encuentren este distanciamiento sano: la bolsa con su almuerzo, dentro de un libro, la pared del dormitorio, una nota en el bolsillo o algunas palabras en vivo.
Estas palabras de afirmación ayudarán a que usted y sus hijos encuentren su propia fuerza innata cuando las tensiones de la vida amenacen paralizarnos. Mientras que sería divertido canalizar el espíritu de aventura de Dora o la fortaleza de Batman, esto no debe separarnos de la oportunidad de ver nuestra propia realidad como personas de fuerza y aventura. Que usted y sus hijos perseveren, sabiendo que Dios les ha concedido fuerza de carácter, una habilidad única y un valor infinito.
Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
2 Yo le he dicho al SEÑOR: «Mi SEÑOR eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno.»
(Salmo 16:1-2, NVI)
Ryan Dunn, es ministro de involucramiento por la web de Rethink Church, un departamento de Comunicaciones Metodistas Unidas, Nashville, Tennessee. Ryan es padre, esposo y peregrino espiritual Contáctese por email.