Seamos honestos.
Las fiestas de fin de año pueden llenarse de tensión. Se nos invita a reunirnos con gente que nos conoce bien. Es maravilloso y aterrador. El refrán de que usualmente herimos o somos heridos por aquellos que son muy cercanos es real. Esta es la estación del año en la cual nos juntamos con mucha gente.
Ponemos nuestro mejor rostro y ropa, y tenemos listo nuestro celular para publicar unas foto en Instagram, pero a menudo lo hacemos todo llenos de ansiedad.
¿Cómo juntarnos con quienes nos causan tanta ansiedad?
Algunas veces simplemente no asistimos. Inventamos excusas para evitar aquello que no entendemos. Algunas veces vamos… pero peleamos todo el tiempo.
Tratando de encontrar lo divino en la vida diaria, nos preguntamos: “¿Cómo llevamos lo divino en nosotros en esta temporada cuando también cargamos con tantos problemas?”
No somos los únicos que tienen que enfrentar el drama familiar. En su experiencia humana, Jesús también tuvo que cargar con problemas familiares. Jesús tenía algunos hermanos y hermanas (primos, tíos, tías, etc.). No tenemos mucha información en cuanto a sus hermanos, a excepción de su hermano Jacobo.
Cuando Jesús empezó su ministerio, sus hermanos no se entusiasmaron con sus enseñanzas. Encontramos un momento de tensión en Marcos 3:21 que dice: “Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: Está fuera de sí” (Mr. 3:21 NVI). Otra vez, Juan 7:5 dice: “Lo cierto es que ni siquiera sus hermanos creían en él” (NVI).
Antes reprender a Jacobo por no creer en Jesús, pensemos qué diría usted si uno de sus hermanos le dijera que es el “escogido de Dios”. ¿Por qué María y José no lo defendieron, no sé. Pero al menos seamos honestos, incluso si lo hubieran hecho, sus hermanos quizá no habrían creído de todas maneras.
Jacobo llegó a ser un líder religioso de la fe judía. Ocurría que su hermano Jesús no sólo reclamaba ser el Hijo de Dios, sino que estaba contradiciendo su profesión y su profunda creencia de fe. El resultado era que había una gran tensión entre ellos cuando se juntaban. Podríamos decir que era una pelea entre hermanos.
Vayamos ahora al tiempo después de la resurrección, cuando Jesús ascendió al Padre. Era el tiempo de los comienzos de la iglesia. Pero aquí vemos a Jacobo, el hermano de Jesús, actuando en una forma diferente. En lugar de estar diciéndole a la gente lo que Jesús no era, ahora Jacobo es uno de los principales líderes diciéndole a la gente que Jesús era el Hijo de Dios.
En un momento crítico para la iglesia primitiva, las autoridades empezaron a matar a los seguidores de Cristo en Jerusalén. Esto hizo que todos sus seguidores huyeran.
Pero Jacobo se quedó en Jerusalén.
¿Qué produjo esta transformación? ¿Cómo fue que Jacobo pasó de querer restringir a Jesús porque pensaba que estaba fuera de sí, a ser ahora un creyente en Jesús como Mesías? ¿Qué inspiró a Jacobo a quedarse en Jerusalén en medio de una persecución?
La respuesta está en Primera de Corintios, capítulo 15. Allí Pablo nos habla de la resurrección de Jesús. Pablo habla de varias personas que se encontraron con el Jesús resucitado. Y el versículo 7 dice “Luego (Jesús) se apareció a Jacobo”.
De seguro que Jacobo sintió mucho la pérdida de su hermano, pero Jesús fue y buscó a su hermano. Este encuentro cambió la vida de Jacobo.
De modo que, ¿Qué podemos aprender de la relación de Jesús con su hermano Jacobo para estas fiestas?
Jesús se hizo presente
Tenemos que asistir a las reuniones en estas fiestas. No podremos arreglar nuestras relaciones familiares si no nos hacemos presente. No es fácil, pero es necesario.
Jesús dejó que el amor lo guiara
Debemos permitir que el amor que sentimos por familia y amigos sea la fuerza que nos impulse. Llevamos cargas que van sobre el amor del pasado. Pero el amor es lo único que tiene el poder para reunirnos.
Jesús derramó su gracia
La gracia es un regalo. Es la fuerza que recibimos para ponernos de pie después de una caída. Es la fuerza que nos mantiene moviéndonos hacia adelante. Jesús derramó su gracia sobre la quebrantada relación que tenía con su hermano para volver a reunirlos en una relación más fuerte que nunca antes.
Si nos hacemos presente, si dejamos que el amor nos guía y si derramamos gracia sobre las situaciones que vivimos, estas fiestas pueden llenarse de amor, risas y nuevos recuerdos de amor.
Creo que Jesús no sólo desea transformar malas situaciones en buenas, sino que quiere levantar cosas muertas para la vida.
Si pudo lograrlo con su hermano, si pudo resucitar él mismo… creo que también quiere hacerlo con nuestras vidas.
Pierce Drake es uno de los anfitriones de Compass Podcast y sirve como pastor en la Iglesia Metodista Unida Providence. Por más de diez años, Pierce ha servido a iglesias en el país y en el extranjero. Pierce tiene un bachillerato en Estudios Bíblicos de Reinhardt University. Cuando no está al aire libre, le gusta ver la serie The Office. Vive fuera de Nashville, TN, con su esposa Claire y con su perro Pippa.