La fe y la salud mental

Crecí en un lugar donde no se mencionaban la fe y la salud mental en la misma conversación. Sentía como si la gente acogía el hablar de la fe pero se evitaba cualquier conversación sobre la salud mental. ¿Imagínese si permitiésemos que la fe y la salud mental unan sus fuerzas y que se relacionen?

Déjeme decirle: mi nombre es Alan. Soy cristiano metodista unido y estoy en un programa de rehabilitación de la adicción y salud mental. Suena bonito decirlo en voz alta. Trate de hacerlo alguna vez. Aunque no lo crea, me siento orgulloso de mi lucha y recuperación de la adicción y salud mental. He edificado mi relación con Dios, mi relación con la iglesia universal y he despejado el camino para mi vocación. La fe impacta nuestra salud mental, y nuestra salud mental puede afectar nuestra fe.

Ann Voskamp es una blogger canadiense que escribe acerca de la espiritualidad femenina. Una de sus citas favoritas es: “La vergüenza muere cuando las historias se cuentan en lugares seguros”. Recuerdo la primera vez que pude compartir mi historia en la iglesia. Acababa de pasar por un periodo de desconstrucción y reconstrucción de mi propia fe. Trataba de “repensar” la iglesia. En ese entonces no lo sabía, pero Dios me guiaba a una comunidad de fe que eventualmente llegó a ser un lugar seguro donde se daban conversaciones vulnerables y un escuchar santo. Estaba rodeado de cristianos diversos y era posible para mí ser vulnerable en este lugar santo.

Era un lugar seguro para yo poder compartir mi lucha y recuperación de la adicción y la salud mental. Simplemente empecé diciendo: “Soy Alan. Soy metodista unido y estoy recuperándome de la adicción y salud mental”. Pude sentir la presencia de Dios y sentí que la vergüenza se disipaba lentamente. Fue en ese momento que empecé a darme cuenta de que mi fe ya no era un lastre para mi salud mental. Más bien, mi fe estaba fortaleciendo mi salud mental. Esto era posible porque se me había dado un lugar seguro donde contar mi historia.

¿Dónde está tu lugar seguro? ¿Has encontrado un lugar donde puedes contar tu historia? Todos tenemos una historia que contar y deberíamos ser capaces de contar nuestra historia en un santuario seguro.

Este ha sido un año duro. La pandemia ha agudizado la depresión, la ansiedad, las drogas y el aislamiento. Uno ve una mezcla de emociones de dolor que va y viene. Hay miedo y hay gente que ha perdido seres queridos. La pandemia ha hecho más difícil encontrar un lugar seguro en el mundo virtual. La salud mental viene en muchas formas para mucha gente diferente. Hay veces en que debemos buscar la ayuda profesional y obtener dirección de profesionales licenciados. Una de mis camisetas favoritas dice: “La terapia es genial”. Hay veces que necesitamos alguien que nos escuche.

En 1 Corintios, Pablo habla del escuchar santo. Me parece que el escuchar santo es suspender el juicio e invitar a la gente a que sane sus heridas. El padre Steve Wolf es un sacerdote jubilado de Nashville, Tenn. Lo considero mentor y director espiritual. Define la Biblia como una larga carta de amor departe de Dios. Anima el saber que no importa cómo sean tus heridas, tus luchas y las barreras que están frente a ti, hay un Dios que te conoce por nombre y que ama todo lo que tú eres. Los cristianos debemos imitar el escuchar santo y amar a la gente tal como son. Me pregunto si es así como empieza la sanidad. Quizá ese sea el valor en edificar una relación entre la fe y la salud mental.

Casa domingo por la mañana, recibo a la congregación con un mensaje de bienvenida. Siempre les digo que no importa qué estén sintiendo o no sintiendo, les damos la bienvenida en este lugar. Hay días en que simplemente no nos sentimos bien y que sentimos cosas que no quisiéramos. La iglesia debe acogernos y ser un lugar seguro para que la gente venga tal como están. La iglesia debe practicar el escuchar sagrado.

Hay algo hermoso en la santa comunión. Sé que la santa cena no luce normal el día de hoy. Nos duele no poder recibirla normalmente debido a la pandemia. Si usted tiene la oportunidad, le animo a que reflexione en cada persona que se pone en la fila para recibir la comunión. No se trata de una fila de gente que está siempre contenta, viviendo en perfecta armonía, por siempre madura espiritualmente o libre de adicciones y sin un diagnóstico de salud mental.

Es una fila de gente que algunas veces están tristes, ansiosas o con temor. Puede ser alguien que lucha con la adicción o alguien quebrantado espiritualmente. Es alguien que ha perdido la fe porque se duelen por la muerte de un ser querido o porque atraviesa por un divorcio. Es un padre que lucha con su salud mental y que a veces duda de su relación con Dios. Es alguien que ve a un terapeuta, psiquiatra o psicólogo. Es un líder de la iglesia que lucha con el estrés y el sentirse anonadado. Es alguien que busca repensar la iglesia.

Se trata de una variedad de gente que se reúne para compartir una mesa abierta sin importar dónde se encuentren en esta marcha de fe o salud mental. Esa es la gracia de Dios. Mi esperanza es que permitamos que la fe se relacione con la salud mental, para que se creen lugares seguros donde la gente pueda compartir sus historias y empiecen a sanar. Todo empieza con una conversación y con la iglesia creando un espacio donde esté bien no estar bien.


Alan Whitley es candidato a especialista certificado en recuperación de pares con maestría en servicio social y clínica basada en evidencia de la Universidad de Tennessee. Es líder laico en Glendale United Methodist Church - Nashville, TN


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