Me llené de ansiedad cuando terminé mi primer semestre en la universidad con un puntaje de 3.8, así que me preparé con denuedo para lo que vendría en el segundo semestre. Pensé que el segundo semestre sería fácil. Hasta tomé más responsabilidades. Trabajé tiempo parcial para ayudarme económicamente y busqué otras actividades en la universidad. Pero fue abrumador lidiar con 16 horas de crédito, trabajar 20 horas a la semana y responder a las actividades extracurriculares. Me pregunté: “¿Estoy hecho para esto?” “¿Mis luchas me derrotarán?” “¿Estoy abarcando demasiado?” En ese momento se debilitó mi fe. No podía entender por qué tenía tanta dificultad para equilibrar mi vida.
Durante todas mis dificultades, sabía que podía confiar en la sabiduría de mis padres. Cuando enfrentaba problemas de niño, siempre me dijeron “El Señor jamás te dará más de lo que puedas soportar”. Así que, reflexioné en esas palabras durante ese difícil semestre. Esa fue la inspiración que me mantuvo avanzando adelante, aunque algunas veces sentí que las palabras de inspiración no eran lo suficiente. Oré y pensé en esto todo el tiempo, pero como dije, tenía problemas de fe. Necesitaba ver a Dios moviéndose más rápido. Me puse impaciente.
Durante ese tiempo, el pastor Earnest Salsberry servía como capellán de la Universidad. Su oficina estaba abierta para cualquiera que buscara ayuda espiritual. Cuando acudí a él, no le dije exactamente cuál era mi situación, sino que le dije: “Estoy pasando por un momento difícil, no sé si estoy colocando mis prioridades correctamente o si debo dejar algunas actividades extracurriculares”. Me respondió: “Realmente tú sabes perfectamente lo que tienes que hacer. Está dentro de ti”. Su respuesta me confundió pero más tarde en la noche fui al servicio de la capilla. El sermón tenía que ver con la historia de los jóvenes hebreos del capítulo 3 del Libro de Daniel. El Rev. Salsberry explicó cómo el compromiso que estos jóvenes tenían con Dios les dio una “fe impasible” que les permitió sobrevivir el fuego. El sermón me hizo entender que estaba centrado equivocadamente. Había puesto mi vida académica y extracurricular por sobre Dios. Esa era la razón que no podía balancear mis responsabilidades y por qué mi fe era tan débil. En ese momento, decidí poner a Dios en primer lugar porque sabía que sería el primer paso a una “fe impasible”.
Al crecer en fe, mis desafíos ya no parecían tan difíciles. También supe que no durarían mucho. Más adelante en el semestre, recibí una beca académica y deportiva con lo cual pude pagar lo que debía de tuición. Además, me eligieron embajador del Fondo Universitario Negro Lina H. McCord. Este programa también me proveyó de recursos. Mis responsabilidades ya no eran tan pesadas y fui capaz de disfrutar el resto de mi primer año universitario. Si no hubiera puesto a Dios en primer lugar y si Dios no hubiese sido fiel a sus promesas, mi semestre habría terminado en un gran fracaso.
Uso mi experiencia para inspirar a otros para que entiendan que es un Dios fiel que siempre estará velando por ti. Lo que Dios hizo por mí, también lo hará por ti. Siempre ora y consulta la Escritura cuando dudes, porque fortalecerá tu fe. Debemos entender que la fe es “garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Sólo porque todo va mal no significa que Dios no está trabajando detrás de las bambalinas. Se nos enseña a “practicar lo que creemos”, pero durante tiempos difíciles, corremos el riesgo de seguir nuestros propios consejos. Por difícil que parezca, debes aferrarte a la fe. Hoy en día mi fe todavía tiene un papel extravagante en mi vida. Me ayuda continuamente a encontrar paz en las circunstancias que tengo que enfrentar. Dios nos coloca en tiempos difíciles para fortalecernos. Dios quiere que tengamos una “fe impasible”.
Langston Carter-Price es estudiante en Dillard University y becado por el Fondo Universitario Negro, que provee de ayuda financiera para mantener programas académicos sólidos y desafiantes, así como facultades fuertes e instalaciones bien equipadas en 11 escuelas y universidades históricamente negras que están en relación con la Iglesia Metodista Unida.