Lunes
ESCRITURA: Juan 12:1-8[1], NBLA ©2005
María unge a Jesús
Entonces Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, al que Jesús había resucitado de entre los muertos. 2 Y le hicieron una cena allí, y Marta servía; pero Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él.
Entonces María, tomando unos 300 gramos de perfume de nardo puro que costaba mucho, ungió los pies de Jesús, y se los secó con los cabellos, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.Y Judas Iscariote, uno de Sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: «¿Por qué no se vendió este perfume por 300 denarios y se dio a los pobres?».
Pero dijo esto, no porque se preocupará por los pobres, sino porque era un ladrón, y como tenía la bolsa del dinero, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo: «Déjala, para que lo guarde para el día de Mi sepultura. Porque a los pobres siempre los tendrán con ustedes; pero a Mí no siempre me tendrán».
MEDITACIÓN
Me conmueve y anima la forma en que Jesús manifestaba su ministerio de justicia, amor y equidad a favor de las personas marginadas –entre ellas, las mujeres, a quienes exaltaba como ejemplos dignos de emular. María de Betzaida, siempre escogía la mejor parte: volcar su atención a Jesús, al escucharle tendida a sus pies. En esta ocasión, se despojó de lo más valioso que poseía en actitud de amor, gratitud y adoración exuberante a Jesús. Pienso que su acción demostró a Jesús que, ¡al fín alguien–una mujer– había entendido su misión, y quién era él en verdad! Y reprendió a Judas Iscariote por menoscabar la acción de la mujer; y, por lo tanto, menospreciar a QUIÉN iba dirigida tal ofrenda de amor.
Los motivos de Judas estaban muy lejos de adorar a Jesús, y mucho menos, servir a los pobres. Su crítica estaba enraizada en la avaricia. Pero, María vació el perfume a los pies de Jesús, y los secó con sus cabellos, porque la presencia y relación con Jesús le había transformado su vida de tal forma, que toda ella estaba dispuesta a no retener nada para demostrar su amor y devoción a Jesús. Imagino que Jesús experimentó en su carne y corazón sensaciones tan placenteras que fueron de gran aliciente para enfrentar lo inevitable más tarde en la semana. (Piensa en cómo te sientes luego de haber recibido un masaje en los pies al regresar de una larga caminata.) María, sin saberlo, preparó el cuerpo de Jesús para su sepultura de la forma más exuberante que pudo, una preparación digna del Rey de reyes.
Estamos a principios de la Semana Santa, de camino hacia la cruz. Reflexionemos en las siguientes preguntas:
- ¿En cuáles circunstancias he pensado y actuado como Judas? ¿Cuáles han sido mis sentimientos y motivaciones?
- ¿De qué tengo que despojarme para darle entrada a mi vida al Señor de Señores?
- ¿Qué puedo aprender de la acción de María?
- ¿Cómo puedo aplicar ese aprendizaje al servicio de Jesús durante esta semana? ¿A qué me llama Jesús hoy?
- Sugerencia: Haz una conclusión de tus reflexiones a través de una oración, o una carta a Jesús, o un dibujo, o una canción.
PARA LA REFLEXIÓN
Dar lo mejor que tenemos y somos, en adoración exuberante a nuestro Salvador y Redentor, nunca es una pérdida de tiempo; es invertir en el Reino de Dios aquí en la tierra, en el hoy y ahora.
ORACIÓN
Señor Salvador y Redentor, te invito una vez más a mi vida. Te suplico que me perdones y me limpies con tu sangre purificadora de todo aquello que me impide darte el lugar que te mereces; que no retenga nada en ofrenda de amor y gratitud, porque tú me amaste primero, aun cuando no te conocía. Durante esta semana quiero pasar más tiempo contigo a tus pies, al igual que María; tener una relación más íntima contigo, para amarte y darte toda mi adoración en actitud exuberante, hacer tu voluntad, y servirte. Amén.
[1] Nueva Biblia de las Américas™ NBLA™ Copyright © 2005 por The Lockman Foundation.