Parte de nuestra serie de tres artículos, El concepto wesleyano de la gracia.
“¡Sublime Gracia del Señor, que a un infeliz salvó”. Muchos metodistas unidos conocen las palabras de John Newton tan bien que podemos cantar de memoria más de una estrofa de este gran himno. Sin embargo, tal vez somos un poco flojos en cuanto al concepto de gracia.
Los metodistas unidos a menudo cantan sobre la gracia justificadora de Dios usando las palabras del himno “Amazing Grace” (Sublime Gracia), de John Newton. La imagen se halla en la Biblioteca del Congreso de EU, dominio público, vía Wikimedia Commons.
La letra del himno de Newton hace eco de las Escrituras, como en Efesios 2:8: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios”. Tanto el Apóstol Pablo como el autor del himno nos enseñan que nuestra salvación no es algo que merecemos u obtenemos. Llega gracias al gran amor que Dios siente por nosotros.
John Wesley, fundador del movimiento metodista, escribió y predicó frecuentemente sobre la sublime gracia de Dios que nos lleva a una relación renovada con Él.
El regalo de Dios
El Rdo. Matt O’Reilly, pastor de la Iglesia Metodista Unida St. Mark, en Mobile, Alabama, quiere que los metodistas unidos sepan que, cuando hablamos de la gracia de Dios, no estamos hablando de una sustancia. Es, más bien, una descripción de Dios obrando en nuestras vidas.
“La gracia se refiere principalmente a la manera en que Dios se siente identificado con nosotros , no con base en nuestros méritos sino en la determinación y el amor de Dios por las criaturas hechas a Su imagen", explica O’Reilly."
“El esfuerzo humano no juega ningún papel”, comparte el Rdo. Nday Bondo Mwanabute, profesor de teología en la Universidad de África, en Mutare, Zimbabue. “Lo único que se pide a los seres humanos es que estén dispuestos a recibir todo de Dios por fe.”
Wesley enseñó que toda nuestra vida espiritual es un acto de la gracia de Dios. Menciona al menos tres periodos en nuestro desarrollo espiritual y las maneras en que la gracia de Dios obra durante esos periodos: la gracia preveniente, la gracia justificadora y la gracia santificadora. Podría parecer que está hablando de tres gracias distintas, pero no es así.
“La cuestión es el momento en que ocurren, no que se trate de cosas distintas”, explica O’Reilly.”
Gracia justificadora: Dios arregla las cosas
La gracia con la que estamos más familiarizados es lo que Wesley llamó gracia justificadora.
La Biblia nos dice: “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Por más que lo intentemos, no podemos ser lo suficientemente buenos. Necesitamos que Dios solucione las cosas entre nosotros, que nos justifique.
“Justificación es sinónimo de indulto”, escribe Juan Wesley en un sermón llamado The Scripture Way of Salvation (El camino de salvación de las Escrituras). “Es el perdón a todos nuestros pecados; y, lo que va necesariamente implícito, nuestra aceptación con Dios.”
El Rdo. Gary Henderson, de la Comisión Metodista Unida de Comunicaciones, usa como ejemplo nuestros procesadores de palabras para ayudarnos a entender qué significa ser justificado.
“Estoy tecleando y las palabras y las líneas cubren toda la página… y parece ser un desorden”, dice Henderson. “Al oprimir una o dos teclas, puedo unir, ordenar y alinear todo. Lo llaman justificación a la izquierda, a la derecha o al centro... A veces parece que nuestras vidas están hechas pedazos. Necesitamos un sentido de orden.”
Cuando estamos justificados, quedamos reconciliados con Dios. Nuestros pecados son perdonados y Dios inicia el proceso de alinear nuestras vidas con el diseño original que tiene para nosotros.
Somos creados a imagen de Dios, pero esa imagen está distorsionada por el pecado. Por la gracia de Dios, por medio de la fe, recibimos el perdón. Todo esto es el regalo que Dios nos hace por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo.
Un monumento en la Calle Aldersgate, en Londres, recuerda las palabras de Juan Wesley: “Él había quitado mis pecados, incluso los míos, y me salvó de la ley del pecado y la muerte”. Foto por Joe Iovino, Comisión Metodista Unida de Comunicaciones.
“La fe justificadora implica no solo una creencia o evidencia divina de que ‘Dios estuvo en Cristo, reconciliando al mundo consigo mismo’”, escribe Wesley en otro sermón, Justification by Faith (Justificación por la fe), “sino una firme esperanza y confianza en que Cristo murió por ‘mis’ pecados, que me amó ‘a mí’ y que lo dio todo ‘por mí’. Y en el momento en que cualquier pecador así lo crea… Dios justifica a ese impío.”
Quienes están familiarizados con el relato que Wesley hace en su diario sobre su experiencia en Aldersgate, podrían escuchar ecos de temas similares en esta descripción de la fe justificadora.
Una puerta
En un panfleto titulado The Principles of a Methodist Farther Explained (Los principios de un metodista explicados a mayor detalle), Wesley compara este momento de nuestro desarrollo espiritual con una puerta. Al momento de la justificación, cruzamos el umbral que separa la incredulidad y la capacidad de creer. Sin embargo, esto no es gracias a nosotros.
Como nos recuerda Efesios 2:8, la salvación es un regalo que nos ofrece nuestro Dios misericordioso (es decir, lleno de gracia). No lo merecemos. Nadie de nosotros es digno de recibirlo. Simplemente, lo recibimos en la fe.
Llegar a la puerta y madurar al estar del otro lado también se debe a la gracia de Dios. Analizaremos estas dimensiones de la gracia en las próximas semanas.
Lee el resto de nuestra serie, El concepto wesleyano de gracia.
*Joe Iovino trabaja para UMC.org en la Comisión Metodista Unida de Comunicaciones. Puedes contactarlo vía correo electrónico o en el 615-312-3733.
Este artículo se publicó originalmente el 22 de febrero del 2018.