La cuaresma es un período de cuarenta días pero sin contar los domingos. Empieza en el miércoles de ceniza (Ash Wednesday), y termina con el sábado santo. En inglés se usa la palabra “lent” que viene del anglosajón lencten, que significa “extensión, prolongación”, y se refiere a los días de la primavera que se van alargando. Los cuarenta días representan el tiempo que Jesús pasó en el desierto luchando con las tentaciones de Satanás y preparándose para su ministerio.
La cuaresma es un tiempo de arrepentimiento, ayuno y preparación para la Pascua de Resurrección. Es un tiempo para examinarnos a nosotros mismos y para la reflexión. En la iglesia antigua, la cuaresma empezaba como un período de ayuno y preparación para el bautismo de los nuevos convertidos, pero después se usó como un tiempo de penitencia para todos los cristianos. El día de hoy los cristianos se centran en su relación con Dios, en crecer como discípulos. Esto a menudo incluye privarse de algo o trabajar como voluntarios y ayudar a otros.
Los domingos que caen dentro de este período no se cuentan dentro de los cuarenta días porque cada domingo es como una pequeña celebración de la Pascua de Resurrección. Esto explica por qué se habla del “domingo en la cuaresma” y no “domingo de cuaresma”, cuando uno se refiere a estos domingos. En cada uno de estos domingos, aunque se continúa con el ayuno, el espíritu reverente de la cuaresma se amortigua con la anticipación gozosa de la resurrección.
El contenido de este artículo fue producido por Ask The UMC, un ministerio de Comunicaciones Metodistas unidas.