Los metodistas unidos afirman la creencia cristiana de la resurrección de los muertos. Nuestras declaraciones de fe lo dicen claramente.
Afirmamos la resurrección de Jesús de los muertos.
“Cristo verdaderamente resucitó otra vez de los muertos, y tomó su cuerpo otra vez, con todas las cosas pertenecientes a la perfección de la naturaleza humana” (Article III, Articles of Religion).
Afirmamos la resurrección de toda la gente que ha muerto.
“Creemos que todos los seres humanos están bajo el justo juicio de Jesucristo, tanto hoy como en el último día. Creemos en la resurrección de los muertos; los justos para vida eterna y los impíos para condenación sin fin” (Article XII, Confession of Faith).
¿Qué creemos exactamente acerca de la resurrección? O para expresarlo más directamente: ¿Qué es la resurrección?
Es importante empezar diciendo lo que no es la resurrección. La resurrección no es la reanimación de una persona que murió previamente. La resurrección no es como los zombis que salen de las tumbas para deambular por las calles en hordas. La resurrección no hace que las personas o sus cuerpos no estén muertos.
La resurrección hace que la gente viva verdadera, plena y completamente.
1 Corintios 15 nos ofrece la más extensa discusión de las características de la resurrección en el Nuevo Testamento. Pablo indica que la resurrección no es tan sólo el resultado de revivir el cuerpo físico de quien estaba enterrado, sino que se trata de un cuerpo espiritual. Aunque este cuerpo espiritual creado de nuevo es todavía “nosotros”, a fin de cuentas es muy diferente y lleno de mucho más potencial que nuestro cuerpo anterior.
Lo que se siembra en corrupción, resucita en incorrupción;
lo que se siembra en oprobio, resucita en gloria;
lo que se siembra en debilidad, resucita en poder;
se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual.
Si hay un cuerpo natural, también hay un cuerpo espiritual. (1 Cor. 15:42-44, NVI)
También es importante considerar el significado del término resurrección dentro de la teología cristiana y, especialmente, la escatología cristiana (la doctrina de las últimas cosas). La resurrección describe una forma de vida que no pertenece a la presente era, sino que al siglo venidero. El cuerpo espiritual es una nueva creación, así como lo son “los nuevos cielos y nueva tierra” descritos en Apocalipsis 21:1,
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. (NVI)
Este cuerpo espiritual creado de nuevo fue creado para vivir en una nueva tierra en la nueva creación.
¿Qué significa todo esto para nosotros hoy?
Encontramos consuelo de que no importa lo que el tiempo y la decadencia hagan a nuestros cuerpos, porque nuestra esperanza no está en su condición física. Nuestra esperanza está en aquel que levantó a Jesús de los muertos, y cuyo cuerpo resucitado es el primer ejemplo de cómo serán nuestros cuerpos, cuando nosotros también seamos levantados en el último día.
Entendamos que ningún esfuerzo que hagamos para preservar nuestros cuerpos destinados a perecer, ni la cremación o donación de órganos impiden que Dios efectúe la resurrección. El entender la naturaleza de la resurrección nos ayuda a abandonar temores infundados cuando tomamos decisiones que honran a nuestros seres amados que han muerto.
Al mismo tiempo, la resurrección nos ofrece la oportunidad de pensar cuidadosamente acerca de lo que significa que incluso nuestros actuales cuerpos sean llamados “templos del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). El cuerpo de la resurrección será del todo espiritual. Pero incluso hoy, al esperar la resurrección, nuestro cuerpo mortal es capaz de alojar lo divino. Así que, mientras vivamos, se nos llama a tratar nuestros cuerpos con reverencia. No solo nuestros cuerpos, sino el de nuestro prójimo.
“Pues así como en Adán todos mueren,
también en Cristo todos volverán a vivir” (1 Cor. 15:22, NVI)
Incluso hoy somos nuevas creaciones en Cristo. Experimentamos la promesa de una vida más allá de la muerte, así como la promesa de nuevos comienzos en nuestra vida presente. Experimentamos un anticipo aquí y ahora de la plenitud de la resurrección en la era que ha de venir cuando Dios “enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir” (Apocalipsis 21:4 NVI).
Este contenido fue producido por Ask The UMC, un ministerio de Comunicaciones Metodistas Unidas.