El Obispo Joel Martínez, nacido en el seno de una familia de trabajadores agrícolas inmigrantes y criado en la tradición metodista, es conocido como un defensor de los/as pobres y defensor de la justicia social. Durante más de medio siglo, ha denunciado valientemente las prácticas laborales abusivas y la discriminación étnica/racial, al tiempo que ha pedido justicia para las necesidades de los/as trabajadores/as pobres.
El Obispo Martínez es nieto de agricultores aparceros que llegaron al sur de Tejas a principios del siglo XX. Nació el 3 de febrero de 1940 y fue bautizado en la iglesia metodista local, La Trinidad Iglesia Metodista, en Seguín, Tejas. De niño y durante su adolescencia, trabajó en los campos recogiendo algodón con su abuelo. Las condiciones de trabajo de los/as trabajadores/as agrícolas eran brutales. Hombres, mujeres y niños/as debían trabajar por largas horas en el calor sin descansos regulares, sin acceso a agua limpia o baños, y por menos de cuarenta centavos la hora. Los/as niños/as a menudo faltaban meses a la escuela trabajando hasta el final de la temporada de cosecha.
Otros/as obispos/as metodistas unidos/as de ascendencia hispana/latina
Con el apoyo de su familia, recibió una educación universitaria y se graduó de la Universidad de Tejas El Paso, con una licenciatura en historia. Durante la universidad, conoció a Raquel Mora, la hija de un pastor metodista y se casaron justo antes de que él comenzara el seminario en la Escuela de Teología Perkins, donde se graduó con el M. Div. en 1965. Fue ordenado diácono en la Conferencia Anual de Río Grande en 1962 y presbítero en 1965.
En 1966, cuando era un joven pastor que cumplía su primer llamamiento después de la ordenación como presbítero, el Rev. Martínez se unió a otros/as líderes religiosos/as en apoyo del creciente movimiento entre los/as trabajadores/as agrícolas que luchaban por mejores salarios y condiciones de trabajo. El 4 de julio de ese verano, cientos de trabajadores/as agrícolas comenzaron la marcha de 490 millas desde el valle del Río Grande hasta Austin, la ciudad capital. En un sermón incluido en el libro Púlpito, editado por el Dr. Justo González, Martínez recordó: “Su causa era la justicia y sus demandas modestas: salario mínimo de $1,25 la hora y condiciones laborales dignas”. A lo largo del verano, caminó con los/as manifestantes y ayudó a recolectar comida y ropa para los/as trabajadores y sus familias para apoyarlos/as durante el viaje. El Día del Trabajo, miles de personas recorrieron las últimas millas de “La Marcha” para presentar sus demandas de salarios justos y mejores condiciones laborales.
En sus propias palabras
"En 1966 marché por la justicia por los derechos de los/as trabajadores/as agrícolas a tener salarios y condiciones de trabajo justos. Ahora, 50 años después marcharé nuevamente para conmemorar esa marcha y apoyar salarios dignos para todos/as los/as trabajadores/as, acceso a atención médica, oportunidades de vivienda, educación y empleo para todos/as ". (El Estadista, 15 de septiembre de 2016).
Somos familia de Dios, llamados/as al encuentro, invitados/as más allá de lo familiar y lo conocido a participar plenamente como lo expresaría Efesios, como ciudadanos/as, ya no como extranjeros/as; como miembros de la familia del pacto, ya no como extraños/as...
El color de la piel y la categoría racial no disminuyen ni aumentan nuestro valor sagrado. El acto creativo de Dios sí lo hace. Las tarjetas de residencia permanente, las visas y los pasaportes no confieren ni niegan la dignidad humana. Dios hace eso. Tampoco el género ni la orientación sexual, ni condiciones física o mentalmente desafiantes....
El pueblo metodista unido de todo el mundo, es parte de una diáspora, originado en el Jardín del Edén, por así decirlo, o con origen en el sur de África a partir de una sola mujer. Como quieras verlo, somos una familia: una familia. (Sermón en la Conferencia General, 12 de mayo de 2000).
Cincuenta años después, el Obispo Martínez ayudó a encabezar la conmemoración de “La Marcha de los/as Esperanzados/as” y escribió: “Caminaron y marcharon, madres y padres, inspirados por su fe y motivados por el sueño de un nuevo futuro para sus hijos/as y nietos/as. Caminaron desde los campos de trabajo honesto y exigente, en medio de condiciones laborales desesperantes y salarios humillantes para enfrentar la injusticia y la indiferencia en los salones del poder en la sede de nuestro gobierno estatal”.
Su defensa continuó durante la década de 1970 cuando trabajó con César Chávez, ayudó a establecer la primera clínica de salud para los/as pobres en El Paso, financiada con fondos federales y también apoyó la organización de pescadores pobres en la isla de Vieques, Puerto Rico.
Hubo pocos/as líderes hispanos/as con poder en la toma de decisiones en la Iglesia Metodista en la que se ordenó al Rev. Martínez o en La Iglesia Metodista Unida, formada en 1968. También se prestó poca atención a las congregaciones hispanas/latinas, con pocos recursos para apoyarlas y pocas oportunidades de liderazgo para los/as hispanos/as, quienes siendo miembros de la iglesia en gran parte no eran tomados en cuenta y sus voces no se escuchaban. Todo esto lo llevó junto con otros/as líderes hispanos/as y latinos/as a organizarse y abogar por la representación y la inclusión de los/as hispanos/as en todos los niveles de la iglesia.
El Rev. Martínez fue miembro fundador del Caucus Nacional Hispano de La Iglesia Metodista Unida, conocido desde 1970 por su acrónimo MARCHA (Metodistas Asociados Representando la Causa de los/as Hispano/Latino Americanos/as). Permaneció activo en MARCHA y ayudó a lograr el enfoque de la denominación en las iglesias locales de minorías étnicas, el Plan Nacional Hispano (ahora conocido como el Plan Nacional para Ministerios Hispano/Latinos), establecido por la Conferencia General en 1992. Fomentó las relaciones ecuménicas con las Iglesias de América Latina y el Caribe y su influencia ayudó a mover la denominación hacia la inclusión, la diversidad y el compromiso de estar en misión con hispanos/as en lugar de simplemente ser ese grupo.
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Su liderazgo en las iglesias locales y como defensor de toda la denominación con los/as hispano-latinos/as lo llevó a ser elegido obispo en la Jurisdicción Surcentral en 1992, donde sirvió en las áreas episcopales de Nebraska y San Antonio hasta su jubilación en 2008.
El Obispo Martínez además de haber sido un defensor ha sido un líder en la provisión de recursos para las necesidades de las comunidades de culto hispanas y latinas. Con su esposa Raquel, creó y ayudó a recopilar y publicar muchos recursos de adoración necesarios en español, incluido el himnario oficial en español de La Iglesia Metodista Unida Mil Voces para Celebrar, del cual Raquel fue editora en jefe, y Fiesta Cristiana: Recursos para la Adoración, un volumen de momentos de adoración, canciones y escenarios musicales en español y bilingües para la Sagrada Comunión, un paralelo en español del Libro de Adoración de los/as Metodistas Unidos/as.
En su sermón episcopal ante la Conferencia General de 2000, el Obispo Martínez alentó a la reunión mundial de delegados/as a participar en el ministerio de cruce de fronteras. “Si el bautismo es nuestra comisión para la misión, entonces es por implicación, el sacramento globalizador que nos hace hermana y hermano de toda la familia de Dios., porque a veces hay reuniones locales de cristianos/as, pero no hay cristianos/as locales... ¡No estamos completos/as sin los dones de todos/as!”
El Obispo Martínez continúa denunciando instancias de injusticia, exclusión y racismo que ha experimentado en su vida y que continúan impregnando la iglesia hoy. Él nos recuerda que la iglesia aún no es la “gran multitud” en Apocalipsis incluyendo, dando la bienvenida y sirviendo a las personas sin distinción de color, idioma y herencia.
Siguiendo la tradición wesleyana de defensa de la justicia social y el ministerio con los/as pobres, el ministerio de toda la vida del Obispo Martínez ha ampliado los límites para levantar a los/as invisibles y sin voz, atendió las necesidades de los/as pobres y privados/as de sus derechos, y abogó por la justicia en la iglesia y más allá.
* Este material fue producido por Pregunte a La Iglesia Metodista Unida, un ministerio de las Comunicaciones Metodistas Unidas.
** Leonor Yanez es traductora independiente. Puede escribirle a IMU Hispana-Latina @umcom.org. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.