A veces la devastación es abrumadora; las aguas suben y la lluvia no se detiene. El suelo se sacude bajo nuestros pies, o el viento despega el techo de las casas. La enfermedad se propaga, aparentemente imparable, causando miedo y ansiedad, dolor y pérdida. Los problemas parecen insuperables, la destrucción va más allá de nuestra comprensión.
Cuando ocurre una tragedia, es común que nos preguntemos por qué. Recurrimos a nuestra fe en busca de respuestas, que a veces no son fáciles y luchamos por darle sentido al sufrimiento que presenciamos, a la luz de nuestra fe cristiana. Las preguntas quedan sin respuesta porque la tragedia no se explica.
En su sermón titulado "La Promesa de la Comprensión", Juan Wesley, fundador del movimiento metodista, dice que nunca lo sabremos. El escribió: “No podemos decir por qué Dios que el mal tuviera un lugar en su creación; por qué él, quien es infinitamente bueno, quien hizo todas las cosas "muy buenas" y se regocija con el bien de todas sus criaturas, permitió lo que es completamente contrario a su propia naturaleza y tan destructivo de sus obras más nobles. ‘¿Por qué están en el mundo el pecado y el dolor que lo acompaña?’ ha sido una pregunta desde que comenzó el mundo, que probablemente terminará antes de que la comprensión humana la haya respondido con certeza” (sección 2.1).
La respuesta corta es: no sabemos por qué las enfermedades, las pandemias, los desastres naturales y otros sufrimientos son parte de nuestro mundo.
¿Dios hizo esto?
Si bien Wesley admite que no podemos saber la respuesta completa, afirma claramente que el sufrimiento no proviene de Dios al escribir que Dios es "infinitamente bueno", "hizo todas las cosas buenas" y "se regocija con el bien de todas sus criaturas". Nuestro buen Dios no envía sufrimiento. Según Wesley, es "completamente contrario a la propia naturaleza de Dios y tan destructivo de sus obras más nobles". El sufrimiento no es castigo por el pecado o un juicio de Dios; sufrimos, y el mundo sufre, porque somos humanos/as y somos parte de un sistema de procesos y un entorno físico donde las cosas van mal.
Dios con nosotros
En otro sermón titulado "Sobre la Divina Providencia", Wesley nuevamente escribe sobre el amor de Dios por la humanidad y su deseo del bien para nosotros/as, y agrega que Dios siempre nos acompaña, incluso en medio de la tragedia. Wesley comparte:
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Estas son buenas noticias porque, aunque no podemos comprender completamente el por qué, sabemos que Dios está con quienes sufren. Tenga en cuenta que Wesley dice que Dios se preocupa por "cada criatura". Nunca estamos solos/as en nuestro sufrimiento y por experiencia, sabemos que las tragedias suceden a cristianos/as y no cristianos/as por igual. Como dijo Jesús, "Dios hace salir el sol sobre los/as malos/as y los/as buenos/as y hace llover sobre los/as justos/as y los/as injustos/as" (Mateo 5:45). La buena noticia que proclamamos es que Dios está con nosotros/as a través de todo.
Una pregunta diferente
Cuando Jesús y sus discípulos se encuentran con un hombre que nació ciego, los discípulos le hacen a Jesús la pregunta que estamos haciendo. "Rabino, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" (Juan 9: 2). Jesús, ¿por qué ocurre un sufrimiento aparentemente arbitrario? Y su respuesta, "Ni él ni sus padres", nos indica que los discípulos hicieron la pregunta equivocada. “Esto sucedió” continúa Jesús, “para que las poderosas obras de Dios se muestren en él” (Juan 9: 3). Jesús afirma que es en nuestra respuesta al sufrimiento donde se encuentra a Dios, en momentos de gracia cotidiana y en gestos grandiosos y amplios de cuidado y solidaridad con el sufrimiento. Las poderosas obras de Dios se encuentran en hospitales y hogares de ancianos/as y refugios.
Jesús llama a sus discípulos y a nosotros/as a un ministerio; debemos unirnos a Jesús para mostrar las poderosas obras de Dios pues somos una extensión de su presencia en medio de la tragedia al acercarnos a quienes sufren de formas que no comprendemos. Debemos ser agentes de curación, trabajando para restaurar el orden de Dios en la vida y comunidades de las personas y debemos ser representantes del día de la resurrección por venir, mientras buscamos reconstruir y renovar.
En nuestras congregaciones metodistas unidas, apoyamos a estos ministerios al ensamblar kits de limpieza y trabajar junto a quienes recogen el lodo dejado por las inundaciones en el piso de sus hogares. Reconstruimos casas. Estamos en la brecha junto al sufrimiento; apoyamos a las despensas locales de alimentos, cuidamos los autos de otros/as, visitamos a quienes están en prisión y mucho más. También somos activos/as en nuestras comunidades, trabajando para cambiar los sistemas que infligen sufrimiento a quienes en ellas viven.
Después de la tragedia damos testimonio del amor de Dios y con nuestra manifestación de apoyo proclamamos el valor de cada vida humana. Cuando enviamos suministros a través del Comité Metodista Unido de Auxilio (UMCOR por sus siglas en inglés), damos testimonio de la provisión de Dios. Cuando los/as profesionales de la salud vendan las heridas, muestran a Jesús como sanador. Cuando se reconstruyen las casas, proclamamos la resurrección y mientras nos afligimos con quienes están de luto, compartimos el amor de Dios.
Puede que no sepamos por qué suceden las cosas, pero adoptamos los ministerios de curación, renovación y reconciliación a los que Jesús nos llama, y al hacerlo, se revelan las poderosas obras de Dios.
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* Este material fue producido por Pregunte a La Iglesia Metodista Unida, un ministerio de las Comunicaciones Metodistas Unidas. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.
** Leonor Yanez es traductora independiente. Puede escribirle a IMU_Hispana-Latina@umcom.org